Rosa, sometida y torturada VIII - Relatos Eróticos

Rosa, sometida y torturada VIII

... a mis pezones.

-No, por favor, aún me duelen mucho.

-¿Te piensas que me importa si te duelen o no?

No había terminado de hablar, cuando metiéndose un pezón en la boca, empezó a chupar mientras apretaba la teta exprimiéndola. Podía sentir como me estaba vaciando el pecho, sintiendo un terrible dolor, al tener los pezones muy dañados por el tratamiento del día anterior. Así estuvo mamando de las dos tetas hasta sentirse satisfecho. ¿Satisfecho? No, ya que eso era lo que yo pensaba, pero bajándose los pantalones, me hizo meter la polla en la boca.

-Mira putita, como me la has puesto, creo que es justo que me lo soluciones.

Con la boca llena de polla, poco podía contestarle, únicamente chupar y hacer que llegara al orgasmo lo antes posible.

-Puta, tienes una boca que vale un imperio. -Lástima que todo lo bueno se acaba, no creo que pueda disfrutar de tus atenciones por mucho tiempo, pero chupa y no pares.

Mientras decía esto, me sujetaba de la cabeza, introduciendo su polla hasta mi garganta, haciéndome saltar las lágrimas y provocando unas terribles ganas de vomitar.

Tuve que agradecer el que estuviera muy excitado y llegara al orgasmo antes de que me ahogara por falta de respiración, lanzando toda su lechada directamente en la garganta, haciéndome toser convulsivamente para poder despejar las vías respiratorias.

-Venga putita, que ya has desayunado con este buen biberón. -Tienes que arreglarte y salir a complacer a Don Gustavo, que ya debe estar impaciente por que le saludes.

Me acompañó hasta el cuarto de baño y se quedó en la puerta viendo como me duchaba. Estaba claro que ahora no se fiaban nada de mí y tenía orden de no perderme de vista. Completamente avergonzada, tuve que ducharme, mientras no se perdía detalle. Estaba segura de que disfrutaba mirando, por el bulto que se le volvía a formar en el pantalón.

-Venga putita, que no tenemos todo el día.

Así que sin apenas tiempo de secarme, me hizo apoyar las manos en el filo de la bañera, para después de bajarse los pantalones, penetrarme por detrás, mientras se sujetaba a mis doloridos pechos, empujando violentamente una y otra vez.

Sentía como su polla entraba hasta el fondo y sus piernas hacían tope en mis nalgas. Así estuvo un tiempo que se me hizo eterno hasta que con un gemido se corrió dentro de mi coño, dejando chorrear por mis piernas el semen que rebosaba.

-Limpia la leche de tu coño, guarra. –Eres la puta ms cachonda que he follado.

Una vez me hube limpiado y puesto el vestido lo acompañé hasta el salón, donde esperaba su jefe repantingado sobre el sofá.

-Hola Rosa, ¿Qué tal has pasado tu primera noche como invitada en mi casa?

-Hay quien lo ha pasado mejor conmigo.

Ante las risotadas de su guardaespaldas debió comprender el sentido de mis palabras.

-Seguro que muy pocas veces habrás pasado una noche mejor, ni habrás tenido mejor despertar.

Estaba claro que no solo estaba al corriente de todo, sino que disfrutaba al ...