El repetidor, yo y mi madre (14) - Relatos Eróticos

El repetidor, yo y mi madre (14)

... decir algo.

-Antes de que hables, recuerda que esta semana eres mía zorra. Una vez que pase la semana serás libre de quitar la foto-

-Eh...está bien- dijo

-Y por último, una vez que en la tienda os hallan revelado las fotos, entre las tres escogereis una para hacer en grande y enmarcala. Quiero una nueva foto familiar en el salón, esa ya no refleja esta casa- dijo señalando una foto en la pared en la que estábamos mi madre, mi hermana y yo - ¿Esta claro?-

-Sí - dijimos las tres.

-Ya puedes irte zorrita- Le dijo a Isa

Cuando salimos hacia su casa, Isa estaba muy enfadada y fue a más cuando vimos la foto que debíamos poner de fondo de pantalla, una de las que nos había sacado con nuestras caras llenas de su corrida y su polla en primer plano.

-Que hijo de puta - murmuró Isa

-Lo siento- dije

Seguimos caminando en silencio un par de calles. Ella no hablaba y yo no sabía que decir para hacer que se sintiese mejor.

-No tienes por qué hacerlo- dije al fin

-Claro que tengo que hacerlo imbécil ¿Has visto la cantidad de fotos que tiene de nosotros?¿Y si se dedica a enseñarlas a sus amigos? En dos días todo el instituto vería está puta foto y mil más- dijo señalando su móvil.

-No...no lo hará. Nunca nos a amanezado con eso-

-No se si lo haría o no, pero puede hacerlo y no pienso arriesgarme-

-Lo siento mucho, yo te metí en esto-

Tardó unos minutos en responder, ya casi habíamos llegado a su portal.

-Me he metido sola, y no sé si quiero salir-

-Yo te ayudaré decidas lo que decidas-

Me sonrió y me dió un pico.

-¿Tú no te has corrido verdad?- preguntó

Negué con la cabeza.

-Pobrecito. Quítate el pantalón y damelo-

Hice lo que me pidió y lo guardó en su bolso. Me sacó la polla por un lado del tanga y me la agarró con dos deditos, tres meneos y me corrí en su mano. Isa se lamió los dedos mirándome a los ojos.

-Que rica tu lechita de bebe-

Me beso con lengua y abrió el portal.

-Quieto aquí- me dijo cerrando el portal en mis narices.

Tras cinco minutos eternos me llamó desde la ventana y me lanzó mi pantalón. Me lo puse y me fui para casa.