Aventuras Dominantes. Parte 5 - Relatos Eróticos

Aventuras Dominantes. Parte 5

... bajarle las braguitas. Me detuve un segundo. Siendo sincero esperaba que me regañara para que cejara en mi empeño, pero no fue así, así que se las quité del todo. Algo húmeda si que estaba.

-¿Cuanto te queda? -. Pregunté acercando mi cara ha su sexo.

-Poco -. Contestó acomodándose hacia delante ofreciéndome su coño.

-Entonces seguro que puedes soportarlo -. Le dije dando una pequeña lamida a su vagina.

Mi mujer no contestó, así que comencé mi labor.

Empecé lamiendo despacio con mi lengua, solo alrededor, dándole leves besitos a su clítoris. Quería hacerlo despacio.

-Un poco más, que estamos acabando -. Me dijo notando temblar sus piernas un poco.

Sin contestar, seguí jugando con su bolita del placer, pero esta vez succionando, parando y volviendo a succionar.

-Joder papi -. Me dijo con voz entrecortada.

Desde mi posición no podía ver su cara, evidentemente, pero tenía que ser digna de observar, teniendo en cuenta el flujo que estaba comenzando a generar y el calor intenso que desprendía su sexo. Seguí succionando cada vez con más velocidad, concentrado en mi labor, hasta que un golpe sordo sonó sobre la mesa. Acababa de cerrar el portátil.

-Haz que me corra -. Me dijo con un resoplido, mientras llevando sus manos bajo la mesa apretó fuertemente mi cabeza contra su coño.

Sabía que quería un orgasmo rápido e intenso, seguramente estaba excitada desde anoche, así que no dudé en meter mi lengua en su vagina notando todo su interior empapado. Comenzó a gemir con fuerza, el orgasmo no iba a tardar en llegar. Lo sabía. Siempre me decía que le encantaba como le comía el coño, que era capaz de correrse en mi minutos con una mamada mía, seguramente influía mucho el hecho de que me encantaba hacérselo.

-¡No pares papi! -. Casi me gritó en un momento en el que paré un segundo para tomar aire.

Decidió que era el momento, y apretando con más fuerza mi cabeza, noté como toda mi cara se empapaba con su corrida. Soltando un largo gemido, pues disminuyendo su presión sobre mí, pudiéndome apartar de ella viendo como chorreaba su interior. Saqué mi cabeza de entre sus piernas y salí de debajo de la mesa. Viéndola como recupera la respiración medio tirada en la silla.

-Que a gusto me he quedado -. Me dijo suspirando. -Te admito que anoche me quedé con ganas de más, pero tenía que madrugar -.

Me acerqué a ella, la cogí de la cara mirándola fijamente y la besé aún con mis labios llenos de su flujo.

-Pues aún no he terminado contigo, guarra -. La señal.

La cogí de la coleta y levantándola de la silla la llevé hacía el ventanal de la oficina.

-Te gusta mucho exhibirte, ¿Verdad? -. Dije mientras la ponía de cara a la ventana.

-Sí -. Contestó. Su primera respuesta siempre era la más importante, era la que me hacía saber si había aceptado el juego.

Agarré su top y se lo bajé hasta la cintura casi con violencia, y sin soltarla de la coleta, apoyé su cuerpo desnudo y su cara contra el cristal. Sus pechos quedaban ...