Las refugiadas - Anastasia y la tatuadora - Relatos Eróticos

Las refugiadas - Anastasia y la tatuadora

... camarera.

—No. Están ocupadas.

—¿Ellas dos solas? —preguntó maliciosa y guiñándole el ojo—. No teme que hagan cosas a sus espaldas.

—No. Harán exactamente lo que les he pedido: Nuria comerá el coño a Anastasia y esta aguantará sin correrse hasta que yo vuelva. —Pedro sacó el teléfono y empezó a escribir en él.

—Lo dices como si lo hicieran todos los días. No sabía que a Nuria le gustasen las chicas.

—Yo tampoco lo sé… ni me importa. Cobra por ello. Y a mi chica sí le gustan tanto chicas como chicos.

—¿No le importa admitir a que a su novia le gustan las chicas?

—No. No es mi novia. Es mi sumisa.

—¿Y eso le da derecho a exponerla públicamente?

—Sí. ¿Tiene impresora accesible?

—¿Para qué?

—Siéntese. —Pedro separó una silla de la mesa—. Déjeme imprimir un papel, mientras la invito a una cerveza, y permítame hacerle una propuesta señora…

—Maria. Y en todo caso es señorita. —Tomó una cerveza de la nevera y una copa—. Maria Martínez.

—Necesitaré su segundo apellido para el papeleo.

—Cosin. Pero no le he dado la clave de mi red…

—No hay problema… mi teléfono ya la ha encontrado. —La impresora empezó a moverse—. Ese papel es una autorización para grabarla teniendo actos sexuales y emitirlo por internet. Tiene fecha del uno del mes que viene, aunque pone que la grabación será «en los próximos días».

»Esa es mi propuesta: a partir del primer día del mes que viene… Con lo que le voy a pagar ahora, Nuria salvará el mes, pero no sé si el que viene. Y sí, me interesa la chica. Por eso a partir del primer día del mes que viene, cuando la veas sola… quiero decir sin clientes, de la tienda de tatuaje, Le entregas el papel firmado y le dices que si te hace todo lo que quieras durante dos horas, lo grabáis, y me entrega el papel con la grabación se llevará mil euros.

—¿Y yo?

—¿Tú qué?

—¿Qué gano yo? Además de acostarme con Nuria… lo cual puedo hacer por mis propios medios.

—No creo que lleguéis a acostaros, exactamente. Sí tendréis sexo. Tener acceso al resto de mis chicas. —Le entregó una tarjeta—. Cuando lo hagáis envíame un correo y pasaré a recogerlo. O si quieres quedamos un día para que te presente a mis chicas.

—¿Eso es todo? ¿No crees que el calvo tendrá algo que decir?

—¿El calvo?

—El novio de Nuria… o lo que sea.

—Su proxeneta. No. No creo que diga nada por ahora. Pero hablando de eso te quería pedir una cosa que tiene que ver con él. Nuria sospecha que en poco tiempo la sustituirá… me gustaría que me avisaras si viene otra chica la tienda, aunque al principio sea con ella.

—¿Para enredarla también?

—No. Para ponerme en contacto con el calvo y hacerle una oferta por Nuria.

—Y así tú la tendrás más accesible y yo menos…

—La tendrás más accesible que si la vende a unos putos moros , le extirpan el clítoris y se la llevan a su tierra.

—¿Y por qué iba a hacer eso?

—¿El calvo? —María asintió con la cabeza—. Porque ya lo ha hecho. Con la anterior que sustituyó. No de aquí, ...