1. La secretaria es mi perrito. Sometiendo a Lena (I)


    Fecha: 26/11/2023, Categorías: Lesbianas Autor: VenoMaliziA, Fuente: CuentoRelatos

    ... recoger el hielo.
    
    Aprovechando que se había erguido un poco, pasé el otro trozo que me quedaba en la mano alrededor de uno de sus pezones.
    
    Se le escapó un "Mmph!" Y enseguida se recompuso. La piel de los pechos se le erizó ligeramente, sus rosados pezones duros y completamente erguidos pedían a gritos que jugara con ellos.
    
    Despues de aplicarle el hielo, me arrodillé a su altura y se lo pellizqué con dos dedos.
    
    Un "Ahhh" distorsionado por el pedazo de hielo que mantenía en la boca.
    
    Respiraba con pesadez, siempre buscando pegarse a mí. Mantenía las manos juntas entre las rodillas, obediente como un buen perrito.
    
    Sus tetas eran increíbles, firmes, pero blanditas y suaves, y jugué con su propio peso, apretándolas y dejándolas volver a su ser.
    
    Ella se dejaba hacer maravillosamente. Respiraba cada vez más rápido, pero no soltaba el hielo que tenía entre los dientes.
    
    Le di un ligero mordisco, haciéndola soltar aire de golpe.
    
    -Ya sabes lo que tienen que hacer los perritos... Puedes escupir el trozo de hielo.
    
    Ella asintió de nuevo. Buscó a tientas mis pies, y se postró ante mí. No escupió el trozo de hielo, sino que masticó y tragó. Buena chica.
    
    Sus labios helados recorrieron mis pies y subieron hasta mis rodillas, sus manos por mis piernas, deteniéndose con timidez en mi culo. Alzándose ligeramente, metió la cabeza bajo mi falda y una vez llegó hasta mi ropa interior, aspiró, se aferró con ambas manos a mis nalgas, y tras un gélido beso, empezó a lamer.
    
    Su entrega era total, debo decir que jamás había disfrutado de una comida semejante. Su lengua entraba y salía por la hendedura de mi tanga, tierna y fría, recubriendo totalmente mi clítoris. Sus manos se deslizaban por mi culo. Respiraba agitada y notaba su aliento haciendóme cosquillas entre las nalgas. El frío pasó a una ola de calidez muy intensa.
    
    Me dejé caer en el sofá para disfrutarlo mejor, desabrochándome la camisa. Ella siguió mis movimientos, dejándose ir conmigo. Separé las piernas para dejarla hacer. Deslicé la pierna entre sus rodillas, alzando el pie para rozarla con el dedo. La sentí jadear.
    
    Sus braguitas de chica buena estaban empapadas y resbaladizas, y respondió al roce penetrándome con su lengua. Esta vez el gemido fue mío.
    
    Empecé a frotarle el pubis con el empeine, guiándome por la enorme mancha húmeda y viscosa. Ella empezó a masturbarse restregándose contra mi pierna, como una auténtica perra en celo, sin dejar de comerme el clítoris por un solo instante. Gemía descontrolada, succionaba, lamía...
    
    La agarré por el pelo, a punto de correrme en su boca, y en uno de los vaivenes contra mi pierna, metí la mano derecha dentro de sus bragas. Aprovechando el charco, le metí un dedo hasta el fondo, y ella gritó y se corrió de golpe. Sus gritos me desbordaron del todo, y literalmente, exploté. La solté y me dejé caer hacia atrás, disfrutando el viaje.
    
    No se movió de donde estaba, jadeando, lamiendo mis flujos con ansia.
    
    Le solté el pañuelo ...