1. Tentado en el aula


    Fecha: 01/11/2023, Categorías: Jóvenes Autor: baco, Fuente: RelatosEróticos

    ... pensaba y manoteo las manos de su profesor. No para huir sino para sentarlo de nuevo en la silla. Un poco aturdido el profesor se sentó y comprendió de nuevo quién llevaba las riendas del asunto. En realidad ella le había cedido el mando un momento. Al sentarlo, ella misma se desnudó frente a él, disfrutando de ver cómo la veía. Se acercó de nuevo ya estando desnuda y se volvió a sentar sobre él. Con una mano sostuvo su cara para mirarlo y con la otra guió el pene hasta donde hace un tiempo estuvo deseando. Cuando ya lo tuvo bien dirigido se fue sentando poquito a poco. Él de pronto sintió la calidez, la humedad, el gusto... El profesor posó su mano sobre la parte trasera de la cabeza de ella, tomándola del cabello y ella devolviendo el gesto se aferró a él con ambas manos. Cuando lo tuvo todo dentro, comenzó con un lento vaivén que ascendió a rápido más pronto que tarde. Las ganas de ambos se traducían en húmedas y ese sonido líquido que se escuchaba en cada sentada y anunciaba cuán adentro lo tenía ella, se intensificada rápidamente. Sus labios se rozaban, ambos suspiraban, ella aceleró el movimiento de su cintura, se sintió muy rápido al borde del vacío, sentía cosquillas en todo su cuerpo, incluso podía sentir el roce de sus pezoncitos erizados contra la camisa negra de su profesor. Le urgía jadear, gemir o maldecir. Al cénit la llevaron unas manos que apretaron sus nalgas y la ayudaron a acelerar su movimiento de péndulo y ya el placer para ambos era imposible de ocultar. Ella sintió cómo se corría, cómo su cuerpo llegaba al éxtasis. Maldijo para sus adentros porque quería matar primero. Pero sus ganas eran más fuertes y acabó aferrada al cabello de su profesor, mientras se arqueaba y se contraía, tratando de manejar sus espasmos. El profesor, que también estaba al borde del abismo, entendió lo sucedido y procedió de forma rápida a levantarla en peso y girarla.
    
    Después de que la tuve de espaldas a mí, no me contuve. La volví a sentar, encajándosela hasta fondo. La eché toda hacia atrás de manera que su cabeza reposara en mi hombro. Pequeños gemidos suspiraba ella y cuando la tuve así, la volví a abrazar, mientras le besaba los hombros, el cuello, su orejita; empecé a empujársela yo. Fuerte, con las ganas que hacía tanto le tenía y sintiendo cómo me iba envolviendo en ese halo implacable de placer. Al oído le decía en vos baja lo mucho que la deseaba y lo mucho que me encantaba toda ella. Sus senos se estremecían en cada embestida, tomándola de la cintura la hacía subir y bajar asegurándome de subiera casi hasta la puntita y luego bajara con todo su peso hasta metérsela toda, el ruido ocasionado por nuestros cuerpos se intensificaba más y más. Podía sentir lo cerca que estaba de acabar, era inevitable.
    
    La abracé fuerte, con mis manos sobre sus buenos senitos y sentir cómo en las últimas embestidas, llegaba al cielo.
    
    Ella, sintiendo, se afincó sobre mí y empezó a mover su cintura en un pequeño círculo, afincando cuanto podía su cuerpo ...
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