1. Las refugiadas - Olha y Maria Eugenia


    Fecha: 18/08/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... La dejó a un lado.
    
    —Si quiere, Señora —se ofreció Olha—, limpio primero su ano y luego ya degustaré el resto.
    
    —Sí. Es una buena idea. Ven aquí.
    
    En lugar de volver a su posición se tumbó sobre la mesa dejando caer sus piernas hacia el suelo y sujetándose las nalgas abiertas para facilitarle el acceso al ano. Se veía sucio de restos. Olha se acercó y sacando la lengua la pasó repetidas veces por la anatomía de María Eugenia hasta dejarla limpia. Después lamió las zonas de los cachetes que había ensuciado con los restos de sus mejillas. Susana tuvo dos o tres amagos de vomitera.
    
    Olha limpió sus mejillas, una vez había acabado con Maria Eugenia, por el procedimiento de empaparse las manos de saliva y limpiarse con ellas, luego limpió con su lengua las manos.
    
    —¿Prefiere la señora que se las manos o que no las use? —preguntó Olha señalando la palangana.
    
    —Úsalas para coger los trozos gordos —respondió María Eugenia—. Luego te vuelves a limpiar las manos y te bebes lo que quede en la palangana.
    
    —Gracias señora.
    
    Olha se sentó con las piernas abiertas delante de la palangana y cogió con su mano uno de los grandes trozos de mierda. Se lo llevó a la boca y empezó a morderlo y comérselo como si fuese un perrito caliente. Susana abandonó el salón discretamente.
    
    Cuando volvió Olha ya había acabado de comer los demás trozos grandes y estaba por la mitad del trozo mayor, que había comenzado a comer por lo más blando. Cuando acabó de masticar y tragar el último tozo se limpió los dedos lamiéndolos golosa como si las manchas marones de estos fuesen chocolate, en lugar de mierda. Entonces cogió con ambas manos la palangana, que aún tendría casi un litro de detritus y se la empino bebiendo, y en ocasiones masticando, su contenido en varios tragos. Susana sentía la necesidad de volver a retirarse, pero como estaba acabando trató de aguantar. Olha dejó la palangana en el suelo una vez estaba vacía. Volvió a limpiar sus mejillas como pudo con las manos y cuando acabó se levantó para arrodillarse delante de Maria Eugenia.
    
    —Gracias Señora por haberme permitido ser su retrete. ¿Me permitiría en agradecimiento besar sus pies?
    
    Maria Eugenia le dio el permiso y Olha besó y lamió los dedos gordos de ambos pies que quedaban a la vista por las sandalias que usaba. 
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