1. Dulce bollería


    Fecha: 21/07/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Perexcod, Fuente: TodoRelatos

    ... Laura.
    
    Con parsimonia, Carolina fue desabrochando los ganchos uno a uno. Notaba los ojos de Laura clavados en los suyos, contando los segundos que la separaban de liberar sus pechos al fin. Quería alargar ese dulce tormento, y así lo hizo al detenerse entre ganchos para insinuar con caricias lo que vendría. Laura jadeaba y se retorcía complacida bajo sus manos, esa mezcla de impaciencia y sumisión que tanto excitaba a Carolina.
    
    Cuando el último gancho cedió, el sostén se deslizó de los pechos de Laura, que los dejó caer al suelo en silenciosa rendición. Carolina contempló embelesada esa nueva visión - más generosos que los suyos - e inclinó la cabeza para besar y lamer los pezones erectos que rogaban en silencio. Sus dedos se enredaron en el cabello de Laura al tiempo que apretaba la boca contra ella, saboreando su rendición y excitándola todavía más con cada caricia, cada beso, cada mordisco.
    
    Las piernas de Carolina se enroscaron en la cintura de Laura, atrayéndola más hacia sí, y sin dejar de besarse fue deslizando sus manos hacia abajo. Agarró el borde de los leggings de Laura y los fue bajando lentamente, palmo a palmo de piel desnuda que iba dejando a la vista. Cuando los tuvo a la altura de las rodillas, Laura se agitó para quitárselos del todo junto con las bragas, quedando gloriosamente desnuda ante la mirada hambrienta de su captora.
    
    Las manos de Carolina acariciaron la espalda expuesta de Laura mientras ésta se apretaba contra su cuerpo, haciéndola gemir al sentir sus pechos generosos aplastándose contra ella. Los pezones de ambas, rígidos como piedras, parecían condenados a rozarse sin tregua mientras sus cuerpos se restregaban íntimamente, piel ardiendo contra piel. La humedad de Carolina empapaba la carne al descubierto de Laura y la familiar fragancia las envolvió mientras se besaban de nuevo para proseguir el lento forcejeo de su danza privada.
    
    De repente, y rompiendo el embrujo del momento, Carolina se quejó contra los labios de Laura:
    
    —¡Ay! Algo se me está clavando en el culo —y metiendo una mano bajo su trasero, extrajo una cuchara de aspecto antiguo, con mango de cerámica. La miró con el ceño fruncido.
    
    —¿De dónde coño ha salido esta cuchara vieja? —preguntó Carolina, examinando el utensilio con perplejidad.
    
    Laura la miró con una sonrisa y le advirtió:
    
    —Ten cuidado con ella, es muy especial para mí. Me la regaló mi abuela.
    
    Con una sonrisa traviesa, Carolina miró la cuchara de cerámica con delectación maliciosa y cogió un trapo de cocina, anudándoselo a la cabeza como si fuera una ancianita.
    
    —¿Quién quiere un poquito de sopita calentita? —preguntó con voz temblorosa, fingiendo ser una viejecita.
    
    Antes de que Laura pudiera reaccionar, Carolina se introdujo la cuchara entre los pliegues de su vagina, estremeciendose mientras el metal frío se abría paso en su carne caliente y húmeda. Sus músculos se contrajeron en vano intentando expulsar a la intrusa, pero con mano firme Carolina la introdujo ...
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