1. Dulce bollería


    Fecha: 21/07/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Perexcod, Fuente: TodoRelatos

    ... "abuelita" la delataba, y sabía que, en cuanto la encontrara -si es que no la había tirado al suelo ella misma- saldría con algún escándalo para llamar su atención, así que ni se molestó en levantarse a ayudar en la búsqueda y siguió con la pantomima de mirar bajo la mesa, disfrutando de la expectación por lo que se sacaría Carolina de la manga en esta ocasión.
    
    Al cabo de un momento, Laura notó un peso familiar posarse sobre su espalda. Sin que ella se diera cuenta, su traviesa novia se había subido de un salto a la mesa y montado a horcajadas sobre ella.
    
    Antes de que pudiera reaccionar, Carolina empezó a cabalgarla vigorosamente, apretándole las caderas con sus muslos y dando palmadas en sus nalgas como si montara a una yegua indomable. Una sonrisa pícara se dibujó en el rostro de Carolina mientras agitaba triunfal la cuchara ante los ojos de Laura.
    
    —¡La he encontrado! —anunció, y acto seguido usó la cuchara como una fusta para dar un par de azotes juguetones a las nalgas de su montura, a la vez que hacía chasquear su lengua y pronunciaba las palabras mágicas— ¡Arre, caballito! ¡Arre, tatano!
    
    A pesar de lo absurdo de la situación, Laura no pudo evitar reírse ante la ocurrencia. Se dejó montar, resignada, disfrutando de la cercanía de Carolina y de aquel juego absurdo pero tan divertido.
    
    Al cabo de un rato de juegos, Carolina descabalgó de un salto y ordenó a Laura, que seguía a cuatro patas sobre la mesa:
    
    —No te muevas de ahí. Quiero enseñarte otra cosita que he encontrado.
    
    Mientras Carolina revolvía en los cajones de la cocina, Laura la escuchaba con curiosidad, preguntándose qué nueva travesura tendría su novia entre manos. Con Carolina, una nunca sabía lo que podía esperar.
    
    Un momento después, Carolina regresó con una batidora de mano con el accesorio para batir claras ya puesto. Se la puso delante de los ojos a Laura, que todavía permanecía a cuatro patas, y exclamó con entusiasmo:
    
    —¡Tachaaaán!
    
    Laura no podía evitar admirar su creatividad y sentido del humor y soltó una carcajada , pero se detuvo en seco al ver que Carolina encendía de veras el aparato.
    
    —¿Pero qué...? —Sus ojos se abrieron como platos— ¡Pero si aún no hay electricidad! ¿Como...?
    
    Carolina asintió con aire triunfal.
    
    —Compramos el modelo que funciona con batería, ¿no te acuerdas?
    
    Laura negó con la cabeza, incrédula.
    
    —Pues no, no tenía ni idea. Pero espera... si teníamos esto, ¿por qué demonios hemos hecho los pasteles a mano? Podríamos haber ahorrado un montón de tiempo y trabajo usando la batidora para batir la masa.
    
    La sonrisa de Carolina se ensanchó. Se encogió de hombros como si la culpa fuera de ella y repuso:
    
    —Supongo que también se me olvidó. Pero oye, ya que está cargada podemos darle otros usos...
    
    —Ni se te ocurra, loca —jadeó Laura entre risas, aunque su tono era más de excitación que de verdadera negativa.
    
    Carolina hizo girar el instrumento contra la palma de su mano, diciendo:
    
    —Vamos, tonta, si no hace ni ...
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