Tu, mi complemento perfecto 1 - Relatos Eróticos

Tu, mi complemento perfecto 1

... lo siento —me abrazó.

—No me sueltes —me aferré a su abrazo como una niña pequeña.

—No lo haré —me llenó de besos.

Recibir aquella noticia me dejo conmocionada, no podía creer lo que estaba ocurriendo, si hace unas horas había hablado con mi madre. Me sentía perdida, desorientada y las lágrimas no dejaban de salir, llenándome de una tristeza que no podía controlar.

—Todo estará bien, ya verás—limpió mis mejillas—Vamos, debemos vestirnos para ir por tu hermano —dijo y yo asentí.

Nadie ha sido criado para enfrentar el tema sobre la muerte, ni tampoco somos capaces de saber qué decir, cómo actuar y hasta cómo vestirse para un funeral, pero agradecía enormemente la compañía de mi novia, pues si ella, no hubiese sabido qué hacer en todo ese proceso. Sin embargo, en medio del funeral, se nos acercó una mujer de cabello negro, la misma mujer que había visto en el hospital cuando estamos retirando los cuerpos inertes de mis padres; se presentó como una trabajadora de servicios sociales y nos hizo saber que mi hermano y yo, iríamos a una residencia de acogida, en vista de que no teníamos un pariente que se hiciera cargo de nosotros. Escuchar esas palabras, me turbaron un poco, pues apenas estaba asimilando la muerte de mis padres y esa mujer hablaba de otro tema que yo desconocía, ¿Qué iba a hacer ahora?

—Vamos, los llevaré a casa —pronunció Harper, mientras su esposo se quedó charlando con aquella mujer.

Durante el camino, bailó el silencio de un lugar a otro, pues nadie estaba de ánimos para expresar algo, ni siquiera mi hermano quien era todo un parlanchín. Cuando llegamos a la casa de mi novia, Harper se llevó a mi hermano a la cocina y yo me quede en el sofá, junto a Charlie que sostenía mi mano fuertemente.

—¿Quieres que te haga un té? —acomodó un mechón de mi cabello.

—No —dije, al besar sus manos.

—Mi hermano solucionara las cosas, él no dejara que te lleven a ningún lado —expresó, tal como si hubiese leído mis pensamientos.

Aún bailaban las palabras de esa mujer en mi cabeza, causándome cierto temor, pues sabía que mi vida se estaba desmoronando y por mucho que amara a mi pelinegra, no estaba segura de que sería de nosotras.

—Cariño, debemos hablar sobre lo que dijo esa señora, no creo que tu hermano pueda impedir que nos lleve —intenté suavizar mi tono de voz para que no tomara a mal lo que le diría.

—Verás que él encontrara la manera, por ahora quiero que tú estés bien e intentes comer algo —besó mis labios.

—Amor, no quiero que te haga ilusiones, ambas sabemos que por más que se esfuerce Aksel, no puedo quedarme a tu lado —le dediqué una mirada tierna—Aunque me encantaría seguir con nuestro noviazgo, soy consciente que no te pudo retener, aún eres joven y muy probablemente encontrarás a alguien que te haga feliz —manifesté, al punto del llanto. Era obvio que no quería dejarla ir, pero era lo correcto, ella no merecía una relación así.

—Malya, no me hagas esto, por favor —sus lágrimas no se hicieron ...