Tu, mi complemento perfecto 1 - Relatos Eróticos

Tu, mi complemento perfecto 1

... madre, pero debía admitir que era lo que necesitaba escuchar. Llevaba más de un año junto a Charlie y jamás mi madre se había expresado de esa forma, quién más que ella para saber lo que era mejor para mí.

—Espero no interrumpir algo importante —escuché la voz de mi chica.

—En lo absoluto—mi madre se separó del abrazo, para fijar su mirada en esos ojos claros—Charlie, cuídala mucho y procuren no regresar tan tarde —expresó, en un tono dulce.

—Lo haré, de eso no tenga duda—pronunció, al entrelazar nuestras manos—¿Lista para ir a almorzar? —movió sus cejas de manera divertida.

—Nos vemos más tarde mamá—le di un beso en la mejilla—Maneja con cuidado cuando vayas al supermercado —dije, antes de marcharme.

Tomé la mano de mi chica y salimos como dos chiquillas rumbo a nuestro destino. Cuando abordamos el taxi, mi novia me dio un pico y recargó su cabeza sobre mi hombro. Ese simple gesto me hizo sonrojar, pues, aunque éramos pareja, ella no solía besarme frente a mis padres para no faltarles el respeto, aunque para mí, era algo tonto. Ella era mi novia, y podía besarme cuando ella quisiera o frente al que fuese.

—Te amo, Malya —dijo por lo bajo.

—Y yo a ti cariño —besé su coronilla

No era la primera vez que nos profesábamos un te amo, pero debía admitir que cada vez que escuchaba esa palabra de sus labios, se me dibuja una atontada sonrisa y mi corazón se aceleraba. A su lado, me sentía tan bien, tan feliz, que era como si hubiese esperado toda mi vida para encontrarme con ella. Durante el camino, me estuvo contando que en verano iría a Grecia junto con su hermano y su cuñada para disfrutar de unas merecidas vacaciones e incluso me dijo si podía acompañarla, después de todo, yo solía invitarla cuando me iba de viaje con mis padres; también me contó que ya había apartado los cupos para ir a la conferencia que se llevaría a cabo en Otaniemi, sobre la detección de los rayos cósmicos de las más altas energías y yo le conté que pronto reuniría lo suficiente para llevarla a Italia, tal como habíamos planeado.

Una vez que llegamos a nuestro destino, me quedé fascinada con la decoración y la música de fondo, mi chica entrelazó nuestras manos y me llevó a la mesa, donde nos esperaba unas deliciosas croquetas redondas de arroz, pasta caprese y un Tiramisú. La velada fue hermosa, las palabras románticas no se hicieron esperar y cuando pensé que mi chica me llevaría de regreso, me propuso ir a su casa para hacer el amor. Una proposición que no iba a desaprovechar, pero en medio de aquel encuentro apasionado, recibí una llamada que no esperaba.

—Cariño, ¿Quién es?—preguntó Charlie, sin dejar de acariciar mi abdomen, pero al ver mi reacción, se preocupó—¿Todo está bien? —acomodó un mechón de mi cabello.

—Mis padres —medio articulé, pues me encontraba en estado de shock.

—¿Qué sucedió con ellos? —investigó.

—Acaban de morir en un accidente —dije, sin poder evitar que las lágrimas recorrieran mis mejillas.

—Oh cariño, cuánto ...