El tormento de Elsa - 53 - - Relatos Eróticos

El tormento de Elsa - 53 -

... agarrándose fuerte a la taza del vater, cerrando los ojos y encogiendo los dedos de los pies, incluso del que tenía Carlos en sus manos, ahogó un grito de dolor mientras sentía como las púas de 14 mm atravesaban la suave piel de sus piececitos tras hacerlo en la fina tela de nylon verde cubriendo su suave superficie con las finas grapas al igual que en sus tetas.

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Mientras Elsa era torturada por Carlos en el baño, Silvia, amordazada con una mordaza de bola, sentía sus entrañas llenarse de semen y pis.

Hacía quince minutos que sus padres habían llegado al despacho del director y contemplaban impasibles las vejaciones a las que sometieron a su hija, azotando ellos mismos su culo después de cada penetración diez veces cada uno con una vara.

-No harás nada, niñata estúpida.- Dijo su padre despues de sun ultima azotaina y empezando a follarla el culo sin hacer caso a los lloros de la niña - Te encerraré en el sótano de por vida, seras usada dia tras dia, tras dia, hora, tras hora, tras hora…Acabarás cada día tan llena de sustancias en cada agujero de tu cuerpo que solo oleras a eso, sexo y pis. No verás a nadie que no sea para ser usada… y así por siempre.

Puri sonreía excitada escuchando a su marido, los profesores presentes, también. Ya lo habían hablado en el coche, mientras se dirigían al colegio. Silvia se quedaría encerrada de por vida en el sótano. Ya vería Javier como hacer para que nadie sospechara, pero esa pequeña zorra no iba a poder realizar su plan de suicidarse. Estaría siempre con alguien, y cuando no, bien atada y sedada, y su sótano era el sitio perfecto para ello.

-Ah… - dijo el padre follandola y estrujando sus tetas y pezones con saña, sin importarle los llantos de la niña - Y olvídate de ver a Elsa salvo que queramos nosotros y Javier… Ninguna de las dos tenéis ya poder de decisión.

Y sin dejar de follarse a su hija, Luis miró a su mujer que sonriendo cogió la vara para azotar a la niña en cuanto su marido se corriera dentro.

Elsa jadeaba y gemía. El dolor de sus pies era indescriptible. No podía saber cuantas grapas le había clavado Carlos. Apoyar los pies en el suelo era un tormento aterrador, y a pesar de todo, se había corrido.

Sudando, sollozando, encogida del dolor de su clítoris su culo y sus pies, los cuales arrastraba por el suelo del colegio, totalmente desnuda, seguida por Carlos, vestido ya, pero con su bolsa consigo con dios sabrá qué más adentro, y el director, la pobre niña se dirige al gimnasio donde le aguardaban sus dos horas de clase extra o de tormento a manos de Carlos.

El chico se había deleitado con sus pies, grapando todas las grapas que pudo en cada planta, con las medias sin quitar, decorando la suave superficie del nylon. Tras eso, su torturador le había vuelto a meter el consolador en el coño y a sacar el clítoris, atándolo al mismo con una goma elástica estirandola y dejándola caer sobre el botoncito de la niña que lloró gimiendo de dolor sin chillar, recordando la ...