Una decisión importante. (2/2) - Relatos Eróticos

Una decisión importante. (2/2)

... preparase su culito. Eso era algo muy íntimo para ella y necesitaba su tiempo. Yo como siempre me duchaba, ya con una empalmada bestial sabiendo lo que iba a hacer en breves momentos y esperaba a que ella me llamase para empezar. Ese día opté por no ponerme ropa interior, mis erecciones eran tremendas y con la ropa interior se hacían aún más dolorosas, así que me puse unos pantalones cortos pero holgados y una camiseta de tirantes. Al poco me llamó y entré a mi habitación encontrándola en cuatro completamente desnuda y acariciándose mientras su dedo corazón follaba su coñito.

Era la primera vez que veía a Vanesa completamente desnuda, ella me miró con una sonrisa pícara y lasciva mientras se tumbaba en la cama boca arriba, se apoyaba sobre sus codos y abría sus piernas para mí, mostrándose sin pudor. Tenía unas tetas que sin ser una exageración si eran generosas en tamaño y que su juventud, le daban esa firmeza y esa arrogancia frente a la gravedad

—Quiero que estemos en igualdad de condiciones. Si yo estoy desnuda frente a ti, yo también te quiero ver desnudo. De hecho, necesito verte desnudo. —Casi ordenó Vanesa.

Sabía lo que eso significaba, lo que podía implicar, pero no lo iba a detener. Quería a esa chica, la deseaba más que a mi vida y si tenía que ocurrir algo entre los dos, algo más de lo que ya estaba sucediendo, que ocurriese, éramos dos adultos y sabíamos lo que hacíamos.

Sin prisa me fui desnudando frente a Vanesa que me miraba expectante y por su expresión no le desagradaba lo que veía. Tanto gimnasio tenía que dar sus frutos. Cuando me quité la última prenda, mi pantalón, mi polla saltó furiosa, congestionada, amoratada y con las venas que parecían a punto de estallar. Vanesa abrió mucho sus ojos y sé sentó al borde de la cama cerca de mi:

—Dios mío Marco, es impresionante, vaya tranca que calzas cabronazo.

—Es toda tuya mi amor. —Respondí excitado

—¿Puedo? —Preguntó Vanesa pidiéndome permiso para tocarla.

—Como te he dicho, es toda tuya.

—Hay algo que debes de saber y me avergüenza confesarlo. —Empezó a decir Vanesa, mientras acariciaba mis huevos y agarraba mi polla.— Solo he conocido a un hombre, mi novio. Él fue quien me desvirgó cuando tenía quince años y desde entonces llevo con él. No sé lo que era tener un orgasmo a manos de otro hombre hasta que te pedí ayuda y ahora estoy muy confundida por que deseo hacer de todo contigo.

—A lo mejor te molesta que te lo diga, pero Tamara me habló de eso y no lo podía entender. De verdad Vane, solo con un chasquido de tus dedos podrías tener al hombre que deseases. No entiendo como has podido aguantar a ese subnormal durante tanto tiempo.

—Es algo complicado, es una educación equivocada que me dio mi madre desde muy niña, cosas muy de pueblo que empiezo a rechazar por ser ya imposibles para mi…sobre todo desde que empecé a conocerte.

Vanesa seguía sentada en la cama, acariciando mis huevos mientras me masturbaba con delicadeza provocándome un placer ...