1. Recuerdos de guerra (I)


    Fecha: 14/08/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... dejó empalar. Tenía un culo tierno y duro, todo él era tierno y duro a la vez. Vestido no aparentaba la fortaleza que exibía desnudo. Todos y cada uno de los músculos de su cuerpo estaba marcado con exactitud. Cada vez que follábamos era una clase de anatomía. Pronto descubrí que le gustaba darme la espalda, que le gustaba que masajeara sus glúteos, que mi lengua recorriera su rosado agujerito. Me suplicó que lo penetrara.
    
    Me costó bastante debido a mi inexperiencia, pero al final, probando distintas formas, lo conseguí. Fue impresionante contemplar su expresión de dolor mientras lo hacía mío con una de sus piernas sobre mi hombro. Mi polla también sufría para ganar un centímetro en aquella angosta cavidad. Los gemidos de los dos se confundían en mis embestidas. Sus abdominales se marcaban uno a uno y los músculos de su cuerpo me ofrecían todo su esplendor. De vez en cuando Thorne sonreía y mostraba aquella adorable cara que había perdido por momentos, debía de burlarse de mi expresión de circunstancias, pero es que yo estaba totalmente concentrado en lo que hacía y una nueva embestida devolvía el rostro de dolor a aquella preciosidad que me estaba follando. Finalmente en el punto más hondo de sus entrañas mi cerebro me ordenó que me detiviera. Allí quieto, aguantando la respiración lancé mi simiente acompañada de un grito de satisfacción. Al mismo tiempo Thorne con solo poner su mano sobre su mediana tranca se corrió conmigo. Mi adorable muchacho volvió a premiarme con aquella adorable sonrisa de anuncio de dentrífico. Adorable, no encuentro otro adjetivo para Thorne.
    
    A medida que fue pasando el tiempo mis relaciones dejaron de ser románticas. Fue aquella maldita guerra, que había conseguido olvidar en brazos de dulces compañeros, la que me robó la ingenua adolescencia de mis 18 años. Nos hicimos todos más ariscos, más rudos y codiciosos. Ya pocos te respetaban y algún oficial borracho me había intentado forzar sin conseguirlo. Las noches eran una cacería, a muchos ya les daba todo igual. Aún así supe resguardarme y buscar siempre polvos de primera como auquel marinerazo del cuerpo de transmisiones que me mandó su primera insinuación amorosa mediante señales ópticas sin saber que yo podía seguirlas a pesar de la tremenda rapidez con que las enviaba . 'Hola, mi amor, ¿te parece que tu y yo pasemos la noche juntos en mi barco?. Mi contestación fue: '¿A que hora, querido?'. Todavía recuerdo su maravilloso aroma, mezcla de sudor y Aqua Velva, y la cara de sorpresa que puso.
    
    Del marinerazo no supe ni su nombre, solo supe de la rotundidad de su cuerpo desnudo y la insaciabilidad de su magnánima polla. Me trató como a una puta y la verdad es que me hizo sentir como una verdadera ramera. Al principio me llamaba nena, pero ya en acción yo era su puta, perra o zorra. Me sentí gustosamente maltratado por el macho más macho que he conocido nunca. Despreció totalmete mi placer y ese desprecio me dio un placer inmenso. Me desnudó comiéndose mi boca, ...