1. Recuerdos de guerra (I)


    Fecha: 14/08/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    RECUERDOS DE LA GUERRA (I)
    
    Recuerdo bien Saigón. Por aquel entonces ya eran muchos los que sabían que era capaz de hacer por un chico guapo. Recuerdo como de la noche a la mañana Alvin buscó mi compañía. Era un muchacho alto de ojos negros y tristes de Beaumont, Texas, que me mostraba siempre las cartas que le escribía su esposa. Ella le decía que todo iba bien, pero Alvin estaba seguro que mentía, ella misma le insinuó unos meses antes de que empezara la guerra que quería separse de él. Estaba seguro que ahora su hermano se metía a hurtadillas en su cama.
    
    Me gusta recordar con ansia como Alvin acudía a la puerta de mi tienda y con la voz más dulce que sabía poner me decía: 'Joey, pequeño sal'. Alvin me esperaba rondando el barracón de oficiales, mientras oscurecía, y sigo pensando con amor en el modo como me hablaba de su granja avícola hasta que yo alargaba la mano y le acariciaba. Entonces callaba, cerraba los ojos y me dejaba hacer. La primera vez se conformó con mis manos, pero las noches siguientes Alvin acarició mi cabeza guiándola hasta su miembro, una dura dulzura que se estremecía entre mi lengua. Yo hacía todo lo posible por emular al ingrato agujero de su mujer. Desde su afilada punta bajaban mis labios con esmero hasta engullirlo todo por completo. Allí en su base me detenía con mi nariz incrustada en su suave vello y mi lengua jugueteando como un ninfómano clítoris. Entonces subían mis labios apretando lo más que podían, dejando al descubierto aquella buena polla de un hombre bueno. Alvin no decía nada, incluso trataba de gemir lo menos posible, pero cuando su botella me daba toda la leche, no podía reprimir un intenso gruñido que me hacía estremecer y me excitaba sobremanera. Entonces Alvin tenía sus ojos negros todavía más tristes y se marchaba dándome las gracias. Yo me quedaba solo con la excitación de haberme convertido en la mujer de Alvin unos instantes y me masturbaba pensando en la granja de Beaumont y en que era yo quien me metía a hurtadillas en su cama. Alvin nunca quiso más de mi que mi boca y yo me conformaba, aunque mi esfínter llegó a temblar de ganas. Pero yo sabía que aquello era todo lo que podía conseguir de Alvin aunque siempre conservé la esperanza de que me amara.
    
    Con Thorne todo era diferente, era un chico adorable pero nunca lo llegué a amar de verdad. Thorne era de Brooklin y emanaba todo el gracejo y el magnetismo de un chico de ciudad que ha tenido siempre mucha suerte con las chicas. Pero Thorne nunca presumía de tener novia, como lo hacían los demás y eso siempre me hizo concebir esperanzas. Solo tuve que esperar a que llegara a sus oidos mi fama. Pese a ello se andó con muchos rodeos y tuve que ser yo quien se lanzara a probar el sabor a cerezas de sus labios.
    
    Era sorprendente, podía estar horas besándolo, muchas veces perdíamos la oportunidad de hacer algo más al consumir el escaso tiempo que podíamos escabullirnos simplemente saboreándonos. Thorne fue el primer muchacho que conocí que se ...
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