1. La madre que me parió


    Fecha: 14/08/2019, Categorías: Incesto Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... mostrarme íntegro y dejarla sin sexo esa noche, para que aprendiera la lección y comenzara a respetarme, pero me resultó imposible. Los pechos que me amamantaron años atrás me estaban llamando, el orificio del que salí me pedía volver a entrar. Me aferraba a la imagen de mi padre y sobre todo a la de mi hermana para resistir. Lo siento, Valeria.
    
    Mi madre, tal y como vino al mundo, se tumbó sobre mí, manejando mis manos a su antojo y colocándolas en sus partes más deseables. Sus pechos blanditos contrastaban con sus pezones duros y su trasero compacto desprendía calor conforme me acercaba a su vagina. Me besaba como una adolescente que acaba de cazar a su presa más deseada, con la lengua bien adentro y tirando de mis labios con pequeños mordiscos. Frotaba su raja chorreante contra mi pantalón de pijama haciendo que se me pusiera cada vez más y más dura, asegurándose de que no pudiera pensar en nada más que en follármela hasta quedarme seco. La odiaba aun más que estamañana, pero eso no me impedía querer tirármela durante toda la noche.
    
    Decidió que era el momento de averiguar qué escondía entre mis piernas y bajó a descubrirlo mientras cubría todo mi cuerpo de besos de lo más sensuales. No paraba de repetir que deseaba aquello desde hacía tiempo, que todos sus jóvenes amantes no conseguían llenar su vacío y que yo estaba destinado a ser el que la saciara. Algo fallaba en esa cabeza, en otras circunstancias hubiese salido corriendo, pero en ese momento mandaba mi polla. Se tomó su tiempo, pero llegó a su destino y mirándome a los ojos me bajó el pantalón.
    
    - Vamos a ver qué tienes aquí, hace mucho que no la veo.
    
    - Mamá, todavía estamos a tiempo de parar.
    
    - ¿Es lo que quieres?
    
    - No, pero es lo correcto.
    
    - Lo correcto es que te chupe esta pedazo de salchicha.
    
    Y ahí terminó mi intento por convencerla. Se la metió enterita en la boca y la saboreó durante el tiempo que fui capaz de retener el semen. No fue demasiado, pero los dos disfrutamos de cada segundo de aquella mamada, de cada lametazo, de cada beso, del jugueteo con mis testículos o mi frenillo para incrementar el placer. Me la chupaba colocada a cuatro patas, con un primer plano de su coño sobre mi cara. No me atrevía a tocárselo sin su permiso, pero mientras sujetaba sus nalgas veía como los fluidos le resbalaban por los muslos y aquello fue lo que acabó haciendo que me corriera en la boca de mi madre. Una buena cantidad de leche caliente que guardó en su boca lo justo para darse la vuelta y enseñarme como se la tragaba.
    
    Sin andarse con rodeos me pidió que le comiera el coño mientras recuperaba la erección que necesitaba para la follada que me iba a pegar. Así era su vocabulario nocturno, odioso en una madre, excitante en una conquista sexual. Coloqué la cabeza entre sus piernas y puse en práctica todo lo que había aprendido en Internet. De poco sirvió porque ella se hizo enseguida dueña de la situación. Guiaba mi cabeza a tirones de pelo, me decía lo que debía chupar, ...