1. La madre que me parió


    Fecha: 14/08/2019, Categorías: Incesto Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    Mi casa era un infierno. Vivía con mis padres y mi hermana pequeña, pero de lunes a viernes mi padre trabajaba fuera y estábamos en casa los tres. Lo que convertía aquel hogar en una pesadilla entre semana era mi madre, un putón insaciable que ponía los cuernos a mi padre todas las noches con muchachos que como mucho tenían mi edad.
    
    Cuando mi madre tenía dieciocho años conoció a mi padre. Él tenía cuarenta y la cuenta bancaria hasta arriba de millones, algo que ella no podía dejar escapar. A la tercera o cuarta cita ya se había quedado embarazada y a los cinco meses de conocerse ya se habían casado. Cuatro años después nació mi hermana y se acabó el sexo, al menos entre ellos. Ella vivía demasiado bien como para plantarse el divorcio y apenas lo tenía que soportar. A él lo ataban las apariencias y el desconocimiento de lo que sucedía en su ausencia.
    
    Como he dicho, la vida sexual de mi madre era frenética. Cada noche veíamos entrar a algún chaval nuevo, a veces incluso dos. Altos, cachas y de todo tipo de razas, cualquiera le valía mientras cumpliera con lo dicho anteriormente: tenían que ser peligrosamente jóvenes. Incluso unamañana vi salir de su habitación a un compañero mío de clase.
    
    La situación era insostenible. Era exageradamente escandalosa en la cama y a mi hermana y a mí nos tocaba escuchar cosas que nunca se deberíamos oír de boca de una madre. Con solo catorce años, Valeria ya había escuchado decenas de veces a su madre pedir que se le corrieran en todas partes del cuerpo, que le dieran por el culo o que le comieran el coño. Muchas noches venía a mi habitación y nos poníamos unos cascos para que la música nos impidiera oír a nuestra madre gimiendo. Me preocupaba el ejemplo que le estaba dando.
    
    De entre todos los jóvenes amantes de mi madre había uno que venía más a menudo, al menos un par de veces por semana. Decidí espantar a ese chaval con la esperanza de poder descansar alguna noche, pero mi estrategia no fue demasiado acertada.
    
    Esperé a que estuvieran en plena acción con la idea de irrumpir en la habitación y amenazar al chico con partirle las piernas, pero lo que vi me dejó paralizado. Irremediablemente me lo había imaginado mil veces, pero ver a mi madre cabalgando como una loca sobre esa juvenil polla fue demasiado para mí. Me disculpé y volví a mi cuarto. Por el ruido que hacían estaba claro que no les había cortado el rollo.
    
    Una vez superado el shock inicial, en mi cabeza solo daba vueltas la imagen de mi madre desnuda. Sabía que seguía siendo una mujer joven y que tenía un cuerpazo trabajado en el gimnasio, pero nunca hubiera imaginado la firmeza con la que esas tetazas rebotaban ni la turgencia de su culo, por mucho que en mallas ya tuviera buena pinta. Era una diosa del sexo, eso lo tenía claro por la frecuencia de sus prácticas y por los gritos de satisfacción que proferían sus conquistas, pero verlo con mis propios ojos lo cambió todo. Me esperaba unamañana dura.
    
    - ¡Buenos días, enana! ¿Has dormido ...
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