1. Cuñada adicta al sexo anal


    Fecha: 14/08/2019, Categorías: Incesto Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    Empezaré diciendo que la culpa no fue mía. Antes de contraer matrimonio con Tamara, mi mujer, le dejé claras dos cosas: que no quería tener hijos y que me casaba con ella, no con su familia. Era consciente de lo egoísta que sonaban ambas cosas, pero yo quería pasar el resto de mi vida con mi chica y con nadie más.
    
    Mi primera petición no hubo manera de cumplirla. Nunca sabré si realmente fue un accidente o Tamara saboteó de alguna forma los preservativos, pero la cuestión es que se quedó embarazada y me dejó claro que no tenía derecho a decidir sobre su cuerpo. En ese momento me enfadé muchísimo, pero nueve meses después nació nuestro hijo y le cogí cariño enseguida. Me alegré de que se hubiera pasado mis deseos por el forro.
    
    En lo otro sí que fui intransigente. Obviamente, no podía evitar siempre a sus padres o a su hermana, tenía que cumplir con ciertos protocolos sociales, pero no quería nada que se saliera de lo estrictamente necesario. Si Tamara quería visitar a su familia, era cosa de ella. Y, por supuesto, no permitía que nadie perturbara la tranquilidad de mi casa.
    
    Al poco tiempo de nacer nuestro hijo, a la hermana de mi mujer le entró la envidia y las prisas por tener su propio bebé. Liliana no tenía pareja, así que optó por ser madre soltera. Tamara estuvo a su lado durante todo el proceso, cosa que me parecía bien, siempre que no estuviera yo implicado. También era positivo que mi pequeño tuviera un primo o una prima para jugar, siempre que no fuese en mi casa.
    
    Como suele ocurrir en este tipo de procesos, la sorpresa vino por partida doble. Liliana esperaba mellizos, un niño y una niña. Lo que se iba a traducir en la necesidad de más atención, más cuidados y más ayuda. Desde el mismo momento en que nacieron, mi mujer se volcó con su hermana para facilitarle esos primeros meses, los más duros.
    
    Yo no me veía implicado directamente, pero sí perdía de vista a Tamara más de lo que me gustaba. Además de ayudarla en todo, a menudo solían salir a pasear juntas, para que les diera el sol a los niños. Pasaron los dos primeros años y yo me había escaqueado tanto, que prácticamente ni sabía qué cara tenían los mellizos.
    
    Liliana ya se valía por sí misma, pero la visita al parque de los sábados por lamañana era sagrada para ellas, hasta que mi mujer encontró un nuevo trabajo que le imposibilitaba acudir a la cita semanal con su hermana. Yo me quedaba con mi hijo y lo llevaba a jugar a la pelota donde a mí me daba la gana. Hasta que me volvió a liar.
    
    - Amor, ¿por qué no vasmañana al parque con mi hermana?
    
    - ¿Hace falta que responda a esa pregunta?
    
    - No seas así.
    
    - Te lo dije antes de casarnos.
    
    - Y antes de que Liliana tuviera que lidiar sola con los mellizos.
    
    - Fue decisión suya.
    
    - Bueno, ella con uno se conformaba.
    
    - Que le ayuden tus padres.
    
    - Si no es solo eso... sabes que al peque le encanta jugar con sus primos.
    
    - Lo estoy entrenando para que sea futbolista.
    
    - ¿Qué dices, Clemente? Si tú no sabes ...
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