1. Primera sesión


    Fecha: 13/08/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: AmoAtarte, Fuente: TodoRelatos

    ... la puerta del dormitorio e inmovilicé tus manos dejándolas sujetas a unos amarres que previamente había colocado en ella.
    
    Te observé bien unos instantes deleitándome del espectáculo que ofrecías. Tenías los pezones erectos, y la postura de los brazos, levantados por encima de tu cabeza, hacía que los pechos se alzasen todavía más. Respirabas agitadamente, y yo, sabía que era porque te estabas excitando. Puse mis labios, primero sobre los tuyos, besándolos con deseo, y después sobre tus pezones, a los que no solo besé, sino también mordí ligeramente excitándome al verlos crecer aún más, momento que aproveché para ponerles unas pinzas. Deslicé mis manos por tu cuerpo, aún vestido, lentamente, regodeándome en ello. Puse una mano sobre tu coño cubierto por las braguitas. Mis dedos fueron introduciéndose entre la tela y la carne, totalmente depilada, disfrutando del calor que emanaba. No pude, ni quise, evitar meter un dedo dentro de ese delicioso coñito y empaparlo con los jugos de su interior.
    
    —Vaya, vaya! —exclamé— Pero si la perrita está mojada! ¿Acaso te está gustando?
    
    — Sí, mi Señor. Todo lo que hace me gusta
    
    — ¿Por qué, perrita?
    
    — Porque a esta perrita le gusta que su Señor disfrute con ella.
    
    Liberé tus manos y quité el antifaz
    
    —Gracias mi Señor. —dijiste y esbocé una leve sonrisa al escucharlo.
    
    —Muy bien perrita. Ahora coloca la silla (me refería a la que hay siempre en el dormitorio) delante del armario, frente a la cama.
    
    Daba gusto verte caminar con el atuendo que llevabas. Mi excitación no dejaba de aumentar.
    
    Acerqué tu cuerpo al mío y con cuidado liberé los pezones de las pinzas que los presionaban, besándolos con delicadeza.
    
    —Ahora quítame la ropa menos los calzoncillos.
    
    Mientras lo hacías, y no sé si de manera intencionada o no, me miraste a los ojos y aguantaste la mirada unos segundos.
    
    Me has desafiado —te dije —, y tendré que castigarte. —Me quedé en silencio, esperando tu reacción. Como esta no se produjo, me senté en la silla y seguí— Sobre mis rodillas, con el culo en pompa. Voy a tener que azotarte. Pero antes desnúdate completamente.
    
    El primer azote te pilló desprevenida y fue contundente. Después te acaricié para aliviar el picor.
    
    —Esto es lo que pasa cuando eres una mala y desobediente perrita.
    
    Las siguientes palmadas, alternadas entre una y otra nalga, fueron aumentando mi deseo. Al principio no; picaba y dolía. Pero poco a poco, golpe tras golpe, caricia tras caricia, fui excitándome cada vez más.
    
    De vez en cuando, entre nalgada y nalgada (ejecutadas alternativamente con las manos y la paleta), me entretenía en acariciarte también el coño. Metía la mano entre tus piernas y te penetraba con un par de dedos. Cuando veía que el placer aumentaba y que estabas a punto de estallar me detenía.
    
    —Eres una perrita muy impaciente, —me dijiste, y me gustó. ¡Me gustó que me insultaras! Aquello provocó que mi deseo se disparara, y cuando volviste a meter la mano entre mis piernas, mi ...