1. Primera sesión


    Fecha: 13/08/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: AmoAtarte, Fuente: TodoRelatos

    NOTA: Los párrafos en negrita son frases hechas por mi sumisa al final de la sesión, cuando la comentamos entre nosotros.
    
    Hace pocos meses que tuvimos la primera “sesión” tras la firma del contrato de sumisión. He necesitado ponerme ante el teclado para decirte que recuerdo muy bien aquella noche y lo excitado que estuve durante todo el día esperando que llegase el momento de verte aparecer ante mí. Estabas impresionante: el collar, símbolo de tu sumisión, adornándote el cuello, con ese vestido negro que deja tus preciosos pechos al descubierto, cubriendo los muslos hasta la mitad y toda la parte trasera sin tapar salvo las pequeñas tiras que sirven para ajustarlo, resaltando tu maravilloso culito con sus dos eróticas esferas separadas por la fina tela de las braguitas. Todo tu cuerpo invitaba a ser castigado, la espalda y el culo con la palmeta y los pezones con las pinzas. Uf…, solo recordarlo y va subiendo la temperatura y algo más.
    
    Sabes muy bien lo excitado que me pones a diario desde que nos conocemos, pero como me pusiste esa noche, cuando hiciste la aparición para la cena, no tiene ni punto de comparación. Créeme al decirte que estuve muy muy tentado de llevarte a la cama sin más esperas. Tuve que hacer un gran esfuerzo para controlarme y poder seguir con lo que durante todo el día habíamos ido estableciendo a través de los mensajes por Telegram.
    
    Me gustó mucho que te metieses tan bien en el personaje de sumisa y, después de servir los platos, pidieras permiso para comer. No recuerdo bien en qué consistió la cena, solo sé que no tomé mucho, lo único que me apetecía degustar era tu cuerpo.
    
    A continuación bailamos unos minutos. Fue difícil para mí intentar ocultarte como se me puso el pene de duro, al sentir a través de la camisa el roce de tus pechos desnudos. No tuve más remedio que cortar el baile, ponerte el antifaz y dirigirte de la mano al dormitorio.
    
    Entramos en él y cerré la puerta. Sobre la mesa se hallaban los distintos objetos de castigo, además de un pequeño vibrador y los documentos que contenían la ceremonia y el contrato de sumisión.
    
    Leímos las partes del texto que nos correspondían a cada uno y besé tus labios mientras esparcía sobre tu cabeza unos pétalos de rosas. Una vez aceptada como mi sumisa procedimos a la firma del contrato que regularía las condiciones de preferencias y límites.
    
    Ahora sí. Ahora daba comienzo la sesión.
    
    Mientras te ponía el antifaz, te dije:
    
    —A partir de ahora, siempre que te dirijas a mí será con respeto. No me mires a los ojos, no protestes y entonces no tendré que aplicarte ningún castigo. Si infringes alguna de las normas, sufrirás. ¿Entendido?
    
    — Sí.
    
    — Sí, ¿qué? —te dije en tono de enfado
    
    — Sí, mi Señor.
    
    — Date la vuelta! —te ordené
    
    Así lo hiciste. Entonces y sin que lo esperases, recibiste un palmetazo en cada uno de los cachetes del culo.
    
    —Esto es solo una muestra de lo que te espera si vuelves a olvidarlo.
    
    Con los ojos aún cubiertos, te acerqué a ...
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