1. Lujuria tortillera


    Fecha: 13/08/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Maruchi, Fuente: TodoRelatos

    Una no nace sabiendo, ha de aprender de los mejores, siempre que le sea posible. Y eso es lo que a mí me sucedió. Comerse un buen coño, o una figa si estamos en Valencia, que por otro lado se me encandila muy fácilmente con un agua de Valencia bien fresca. No es tarea fácil, pero soy mujer de costumbres y adoro todo lo que sea llevarse a la boca un buen coño despatarrado y abierto cual bacaladilla a punto de ser frita. Lo de que soy una casquivana, no sólo lo sigo yo, sino medio pueblo, es una de esas afirmaciones que no necesitan ser confirmadas. Por mis piernas han pasado desde el médico hasta el porquero del cortijo de la Luisa. Eso sí, habiendo quedado ellos muy satisfechos con mis servicios. Yo, cuando me como una polla, hasta que no sale la última gota del zumillo, no dejo de succionarla, como si se me fuera la vida en ello.
    
    En lo que respecta a las artes amatorias, como casquivana titular, saber comerse un buen rabo, con todos los cojones colgando y rebotando sobre mi barbilla al ritmo del bamboleo, una delicatessen, más incluso que darse manotazos en la pipa del coño viendo una película de dos rombos, es uno de los mejores placeres de la vida.
    
    He de confesar, que la primera vez que le comí el coño a una señora, manjar tan divino o más que la rica ambrosía, en los clubes más selectos de medio país y de los siete continentes. Fue días antes de la Primera Comunión de mi prima la Topacio. Su madre era la elegida, entre miles de candidatas, aunque a la Tomasa le hice un dedo el último día de la recolecta del algodón, entre las matas florecidas vivimos nuestra pasión más lasciva, aquellas miradas... aquellos gemidos... mientras mi dedo batía aquel flujo vaginal, y ella se corría del gusto, retorciéndose de placer, con la falda remangada por la cintura. Su extenso monte de Venus estaba poblado de un espeso vello negro, incluso con rizos. Mis dedos se perdían entre la espesura de su coño moreno, ella gemía como una gata recién follada y a mí no se me ocurrió otra cosa que comerle la boca, y estrellar mis tetas contra las suyas, simulando los empellones de un macho cabrío.
    
    De mi tía, nunca os he hablado porque nos distanciamos con el transcurrir de los años, pero lo que sucedió entre nosotras aquel soleado amanecer del mes de mayo… marcaría para siempre mi devenir sexual.
    
    Desperté temprano, despatarrada sobre las sábanas de raso, como solía hacer de costumbre. Sin bragas y con el dedo índice algo ensangrentado, había estado haciéndome un dedo toda la noche, soñando con hombres y mujeres barbudas, ya sabéis que las folclóricas son más velludas. Soñaba que me penetraban por delante y por detrás, por arriba y por abajo. Manoseaba mis tetas a dos manos, llegando incluso a eyacular sobre la cama, un pequeño charco de flujo y orina se formó sobre el colchón, no pude contenerme, era tal el grado de excitación que a duras penas me atrevía a conjugar verbo alguno, sólo atinaba a darme masajes circulares sobre mi pubis, cada orgasmo era más ...
«123»