Matrimonio por interés y por placer (3) - Relatos Eróticos

Matrimonio por interés y por placer (3)

... la espalda sujetándose de sus pechos, una y otra vez el pene recorrió la húmeda vagina haciendo que las protestas de Sandra se convirtieran en gemidos de placer cada vez que sentía el pubis de Luis golpear sobre sus nalgas.

Violación era una palabra que Sandra odiaba por la bajeza y cobardía que representa, sin embargo, si se sintió usada, abusada sexualmente. Entre gemidos volvió a protestar reclamándole a Luis que no era una muñeca sexual para que él la usara a su antojo, sin embargo, más allá de sus protestas, lo estaba disfrutando como nunca y eso la hacía enojar.

Al notar que mientras más protestaba y se enojaba, más lo disfrutaba, recordó como Diana se había burlado de ella cuando hablaron sobre lo que haría si Luis la trataba como puta y al saberse rendida al placer, decidió que lo mejor que podía hacer era dejarse llevar y que todo terminara sin resistencia de su parte, pero intentando ocultar su placer. Sin embargo, le fue imposible ya que el placer se fue convirtiendo en algo espectacular. ¡Era la locura! Una locura a la que Luis la estaba llevando moviéndose desesperada y frenéticamente dentro de ella quien como último recurso de mantenerse firme en su idea buscaba ahogar sus gemidos apoyando su boca abierta sobre su brazo.

A pesar de sentirse violentada sexualmente, el ver, escuchar y sentir a Luis cual “fiera salvaje” apareándose con ella, exacerbó su lujuria por lo que en pocos minutos todo su cuerpo comenzó a temblar sin control, su vista se ennegreció, su respiración se detuvo por unos segundos y apretó su boca abierta sobre su brazo para ahogar un grito que dio paso a un orgasmo tan intenso y largo que ya no pudo mantenerse en pie y cayó sentada sobre el piso con la cabeza agachada, los ojos cerrados y la boca abierta mientras que su cuerpo seguía “brincando” haciéndola gozar de los remanentes de su espectacular orgasmo.

Al terminar esa increíble experiencia, recargó su espalda sobre la pared, trago la saliva que tenía en su boca, con su brazo limpió la que escurría por la comisura de sus labios y levantó la vista hacia Luis quien, de pie junto a ella la observaba masturbando su pene lentamente. Sandra lo miró más avergonzada de la manera en que había reaccionado a su placer, que molesta por la forma en que él se lo había hecho, pero de inmediato reaccionó y le reclamó diciendo

- ¡Eres un salvaje Luis, te comportas como un animal!

Luis le ofreció su mano para ayudarla a levantarse, Sandra se negó por un instante al saber que él la necesitaba para desahogar su excitación, sin embargo al recordar el consejo de su madre sobre nunca negarse por enojo o venganza, le dio la mano a Luis y a estar de pie se dejó llevar por él, quien sin dejar de pasar su mano por su endurecido pene, la hizo sentarse en la orilla de la cama con sus pies apoyados en el piso, le recostó la espalda sobre la cama y en silencio le levantó las piernas para juntarlas a su pecho, “¿Qué haces Luis?” le preguntó en tono serio, pero él no ...