Eres mía (encuentro) - Relatos Eróticos

Eres mía (encuentro)

... razones, quiso decir nada más. Al dejar el móvil, sentí una sensación agridulce: por un lado, me liberé de enfrentarme un encuentro que me aterraba, pero por el otro, sentí perderme una experiencia que a buen seguro me hubiera marcado, un momento, que estoy segura hubiera recordado toda mi vida.

Serían las once de la noche cuando un mensaje me sobresaltó. Los peques estaban en la cama y Jorge dormitaba en el sofá. Sabía que podía ser ella y comprobé el móvil: al ver el símbolo del mensaje en nuestra aplicación, el corazón dio un salto en el pecho. Lo abrí y vi que se trataba de un audio… lo primero que me vino a la cabeza fue que sería ella suplicando vernos, por eso, cogí los cascos y me dispuse a escuchar…

Solo llevaba unos segundos escuchando y ya sabía que tenía un problema... al otro lado podía escucharse la respiración acelerada y los gemidos de dos chicas, tras unos segundos de jadeos, escuché sus palabras:

Me vuelves loca Sara

La ansiedad contrajo mi estómago al oír mi nombre.

Córrete para mí. Eres mi putilla

¡María nos había grabado mientras estábamos en el baño del bar! ¿Cómo me había podido hacer eso? Seguí escuchando:

Córrete para mí puta

Sigue, no pares…

¡Dios! ¡Ahora era yo quien aparecía en el audio! además, se me entendía con claridad. El audio continuó durante unos minutos hasta que se escucharon los gemidos que me llevaban al orgasmo. Al terminar, creí morirme, todos los miedos que creía haber esquivado, volvían a la vez y se pegaban contra mí de bruces. María me escribió…

María:

Qué recuerdos más bonitos…

Me sentía fatal y quería matarla, pero intenté calmarme.

Sara:

¿Cómo has podido grabarnos sin pedirme permiso?

María:

Quería recordarte… además, Jorge también querrá saber cómo es su putilla.

Ahora, ya sabía que significaba el audio; sabía que estaba perdida.

Sara:

Bórralo o tendré que denunciarte.

María:

Te dije que estoy dispuesta a todo por estar con vosotros: si anulas la cita, el audio llegará a tu marido y sabrá lo que pasó entre nosotras.

Sara:

Eso es un delito, lo sabes verdad…

Me estaba chantajeando; ella sabía que lo que estaba haciendo era un delito, las dos lo sabíamos, pero también sabía que, si la denunciaba, Jorge se enteraría del engaño: ¿de qué me servía a mí lo que la justicia si mi marido supiera de la infidelidad? ¿Sería capaz de contárselo? ¿Cómo podía explicarle a Jorge la mentira? Las preguntas sin respuesta se amontonaban en mi cabeza.

María:

Estoy dispuesta a todo; lo sabes Sara.

Sara:

Me parece que es muy sucio María…

María:

¿Y tú no lo has hecho? He venido hasta aquí buscándoos y ahora tú me querías dejar tirada. Te he dado todo lo que me has pedido. Me he convertido en tu puta, y ahora tú me apartas de tu vida como si fuera un clínex que se puede tirar después de usar.

Sara:

Te dije que tenía dudas. Tú fuiste la que te empeñaste en venir.

María:

Quiero que sepas que mañana nos veremos: si no venís, ...