1. Cuñada solidaria (Última parte)


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: Incesto Autor: eskrytor, Fuente: CuentoRelatos

    Durante la madrugada del jueves mi mujer Paola no pudo dormir bien a pesar de que el ardor de la cistitis había cedido ya bastante. Así que me acariciaba el pecho velludo como buscando regocijo. Normalmente hace eso cuando desea sexo, pero ésta vez ella era plenamente consciente de que era imposible. Así que se contentó con acariciarme, pasar su mano por mi abdomen y de vez en cuando rozar mi pene por encima de mi calzoncillo muy suavemente. Por un momento me dieron unas ganas tremendas de cogérmela y una erección fulminante se produjo espontáneamente.
    
    -Ay amor con ganas de montarme encima
    
    -Y yo de metértela ahora mismo, pero es mejor tener paciencia amor.
    
    -Sí, lo sé
    
    Nos quedamos dormidos sin musitar más palabras hasta que la alarma matutina sonó para que ella empezara su rutina e irse al trabajo. En mi pensamiento estaba Sara, su culo redondo de tez clara, sus gemidos. En mi cuerpo había aun restos de las placenteras sensaciones del sexo del día anterior. La ansiedad se comenzó a apoderar otra vez de mí. Deseaba con fuerza que fueran ya las diez de la mañana. Yo era consciente de que algo había trascendido entre mi cuñada y yo. La cosa se había salido de lo puramente solidario y médico. Había cierta emoción en la atmósfera.
    
    -Amor, ven aplícame el medicamento por favor!
    
    Mi mujer me sacó de las cavilaciones con su hermana mayor. En la alcoba, con las piernas abiertas noté su vulva a todo dar, recién afeitada. Me provocaba metérsela. Yo andaba demasiado sexual como para no desearla.
    
    -Se te ve bonita, como para lamerla.
    
    -Ay amor, no me digas eso, que me pones caliente. Me arrechas.
    
    Le apliqué su medicamento pastoso, se puso su prenda íntima y continuó vistiéndose para marcharse al trabajo.
    
    Pocos minutos pasaron después de que mi mujer saliera cuando recibí una llamada en mi teléfono móvil. Era Sara para decirme que no iba a poder venir a la hora habitual, sino que vendría en unos minutos porque tenía una diligencia inesperada que hacer. Rápidamente me fui al baño a tomarme una ducha y oler a limpio. Aun me estaba yo secando el cuerpo cuando escuché su voz gritar.
    
    -Cuñis, ábreme por favor!
    
    Subió y al abrirle la puerta estaba vestida con una blusa de tirantas azul turquí y un mocho o short de tela jean con flecos bien ajustado a su pelvis que dibujaba sus curvas. Lucía un poco vulgar ciertamente, pero muy caliente.
    
    -Cuñis. Quiero que me cojas como ayer. Rico
    
    -Siempre te lo voy a hacer así. Rico. No he dejado de pensarte y desearte toda la noche.
    
    -Yo también cuñis. No sé qué me sucede. No era la idea.
    
    -No te pasa nada. Deja que las cosas sean lo que van a hacer. Así es más placentera la vida.
    
    -Ay cuñis, no, no, no me siento cómoda con esto. Pero me encantó el sexo contigo.
    
    No le argumenté más nada. La tomé de las manos. La acerqué a mi cuerpo cubierto apenas por la toalla desde la cintura hacia abajo y la ajusté con una fuerza sutil. La abracé con mis brazos cruzados rodeando su cadera. La miré a su ...
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