1. Mi sobrina tiene novio...pero me la sigo follando


    Fecha: 05/08/2019, Categorías: Incesto Autor: Gigi, Fuente: TodoRelatos

    ... fuese más profunda, más intensa, más placentera. La piel de María estaba erizada y sus manos la sentía por momentos aferrada a mis antebrazos para pasar poco más tarde a mi espalda para marcar el ritmo sincopado de mis penetraciones. No estábamos follando: estábamos haciendo el amor, como nunca antes lo había hecho; estábamos hilando nuestros cuerpos en una red desconocida de goce donde ante cada caricia se nos habría una habitación secreta.
    
    La oía gemir, cada vez más fuerte. Notaba la fragilidad quebradiza de su cuerpo todavía de muchacha abierto a una hospitalidad nueva. Notaba mis huevos hinchados, llenos de leche, apunto de vaciarme en ella. Y, de repente, las palabras mágicas.
    
    - Tío…me corro…
    
    Aumenté si cabe la profundidad de mis penetraciones y con suavidad impuse a mis caderas una cadencia nueva: más masculina, más atenta a los requerimientos de mi joven amada. Noté sus muslos temblar alrededor de mi cintura y dejándome llevar por el torrente de sensaciones no tuve más que esperar la llamada.
    
    - Tío…me corro…
    
    Levanté la cabeza y clavé mis ojos en los de María. Quería que me viese como me vaciaba en ella, quería que fuese testigo de cómo su tío se corría dentro de ella. Y yo, por mi parte, quería saberlo todo, quería atravesarla con la mirada: quería saber en qué momento se deshacía bajo el poder de mi virilidad.
    
    Y todo pasó según siempre había pensado. María empezó a bizquear, a gemir como una loca, a apretarse las tetas, a convulsionar en un fuego que la consumía por dentro. Y yo, como un macho enfurecido y en un grito ahogado, solo tuve que abrir mis compuertas y que dejar que de mi fuente manasen ríos de semen. Fue al instante, un segundo después de correrme, que María abrió los ojos solo para decirme en silencio que sí, que en lo más hondo de su femineidad había recibido el flujo lechoso de mi hombría, que, más allá de la fugacidad viciosa de nuestros encuentros escondidos, nuestros cuerpos habían recreado el baile ancestral del placer sexual. Y junto a eso, María, al recibir la ofrenda de mi placer, al sentir el espasmo de mi polla abriendo en sus entrañas y sin dejar de mirarme a través de esas gafitas de niña mona, volvió a correrse, uniéndose a los últimos esténtores de mi placer, acompañándome en ese acontecimiento místico de deshacerme y volver a hacerme hombre.
    
    Poco a poco mi polla empezó a perder dureza, a calmarse, a retornar a su estado de aletargamiento. Me tumbé a su lado.
    
    - Ha sido brutal cielo…
    
    Me sonrió.
    
    - ¿Ves como no es tan malo esto de que tenga novio?
    
    - Bueno…de eso ya hablaremos –dije queriéndomelas dar de machote.
    
    - Mira tío –me dijo mientras me recogía de sus muslos la huella de mi presencia-. Estoy lleno de ti…
    
    - ¿No habrá sido una locura, no? Yo confío en ti…
    
    - No te preocupes, me va a bajar la regla ya, me noto las tetas superduras… Además, no te quería decir nada, pero me estoy tomando la píldora.
    
    Me agarré a una de sus tetas. Efectivamente estaba durísima.
    
    - Me ...
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