1. El gusano y su Alteza


    Fecha: 31/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Eduardo Marín, Fuente: CuentoRelatos

    ... insonorizada y bastante amplia, donde había de todo. Látigos, cañas, varas fustas, pinzas, esposas…
    
    ALTEZA me dijo: Desnúdate gusano y arrástrate por el suelo. Yo rápido me desnudé, solo me dejé el tanga puesto, pero duró muy poco puesto, pues ALTEZA me lo hizo quitar con cuatro bofetadas de ida y vuelta.
    
    Con la cara ardiendo y colorada me arrastré por el suelo como ELLA me ordenó. ALTEZA cogió una fina vara, y con ella empezó a golpearme sin clemencia, sin compasión, yo me retorcía una y otra y otra vez bajo sus golpes, que me producirán una quemazón y un escozor atroz.
    
    ALTEZA se recreaba viéndome sufrir bajo sus pies y yo recibía golpes por todas partes, esa maldita vara iba marcando mi espalda, mis piernas, mi culo, mis brazos.
    
    Era imposible poder protegerme, ALTEZA sabia utilizar esa vara y sacar provecho de cada golpe… Era evidente que mi Sublime Dueña estaba disfrutando del castigo, yo no podía protestarle, era mi primer día y antes prefería morir, que fallarle a mi Dueña. Y yo me retorcía una y otra vez a los pies de mi Excelencia, que se divertía haciéndome bailar al compás de la música que silbaba su vara.
    
    Cuando mi Ama se cansó de golpearme, tiró la vara al suelo, chasqueó sus dedos y con el índice señaló sus pies para que se los besara. Yo me arrastré para con devoción besar sus pies y darle las gracias una y otra vez.
    
    ALTEZA me dijo en un arranque de sinceridad: Eres patético, gusano. Anda, vete y dile a mi perra que te cure un poco. Quiero que te eche bien de alcohol, para que no se te infesten las heridas.
    
    Mientras ALTEZA tomaba un relajante baño, su perra estuvo curándome como pudo mis heridas… Y bajito me comento: Es muy buena castigando nuestra Dueña. Es la número uno… Y me sonrió.
    
    Pasado un buen rato, cuando ALTEZA decidió que había que dormir, nos llevó a su habitación y allí me ordenó quedarme de rodillas a los pies de su cama. Y me advirtió: No quiero que te muevas de ahí en toda la noche, ni para ir al baño. Tampoco podrás sentarte sobre los talones… Te quiero firme, recto, arrodillado, velando así mi sueño, toda la noche. Si yo en cualquier momento, abro un ojo y no te veo así, despídete de tu Ama, pues tengo suficientes perros deseosos de sustituirte.
    
    ELLA se metió en la cama con su perra, y yo disimuladamente pude ver cómo le retorcía los pezones, y pellizcaba los pechos a su perra, que aguantaba todo lo que ALTEZA quisiera hacer con ella. Cuando nuestra Sublime Dueña disfruto de los placeres que le había proporcionado su esclava, la echó de la cama, y la perra durmió en el suelo. Tuvo suerte que esa noche ALTEZA le permitió a su esclava utilizar sus zapatillas a modo de almohada.
    
    Y así pasé mi primer día al servicio de mi Sublime Dueña, Ama y ALTEZA. 
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