Relatos cortos 2-No existen prohibiciones para el - Relatos Eróticos

Relatos cortos 2-No existen prohibiciones para el

... esforzará, no podía obligar al corazón a dejar de sentir amor por esa persona que la había enseñado amar de manera indirecta. Es cierto que la morena había estado con un par de chicas entre su adolescencia y parte adulta, pero de ninguna se había enamorado como hasta ahora, ¿Por qué el amor era así? Inesperado y cruel al mismo tiempo.

—Raquel, te lo digo enserio, debes olvidar eso que tienes con Pilar —cruzó su mirada con esos ojos marrones.

—No puedo, no quiero —dijo al borde de las lágrimas.

A Alba se le estrujó el corazón por ver a su hermana menor de ese modo y por primera vez en toda la noche, tuvo que tragarse sus palabras, su lado racional y esa estúpida idea de cambiar lo inevitable. Así que, con un poco de pena o más bien tristeza, se acercó y abrazo a su hermana, tal como esos días cuando eran pequeñas y alguna de ellas quería un abrazo reconfortante.

—Chicas, ¿Qué hacen aquí? —se escuchó y las chicas se sobresaltaron.

Raquel sintió un pequeño susto en su interior al reconocer esa voz. Una voz que había escuchado muchas veces e incluso en situaciones que le resultaban excitante y que, sin imaginarlo, le hacían humedecer un poco.

—No podíamos dormir —dijo Alba, con su rostro apacible.

—Ni yo—abotono su bata azul—Raquel, ¿Podemos hablar? —pronunció.

—No creo que sea conveniente —Alba se mostró reticente y no era para menos, había presenciado como su hermana tuvo un momento de quiebre.

—Déjala, puedo con esto —le dio un leve apretón de manos.

Alba no le pareció dejar a su hermana menor en manos de la mujer que la estaba haciendo sufrir, pero debía respetar la decisión de Raquel, aunque no estuviese de acuerdo. De hecho, no estuvo de acuerdo con ese viaje que sus padres habían realizado a la casa familiar para pasar unos días antes del gran evento. Sin embargo, amaba mucho a sus padres como para negarse a un viaje que hacían todos los años, con el motivo de integrar más a la familia.

—Al fin, estamos solas —masculló Pilar, al acercarse un poco.

—No era mi intención evadirte todo el día —se encontró expresando Raquel, con cierto nerviosismo.

Aunque realmente era lo que necesitaba hacer para controlar esas inmensas ganas de llorar que había tenido guardadas desde que supo que estaría bajo el mismo techo con la mujer que amaba.

—Te entiendo, yo tampoco podía mirarte a los ojos—sostuvo su mano—Hable con nuestros padres, ya sabes, por lo que tenemos —sus ojos azules se cruzaron con los marrones.

—Pero…—

Raquel no supo que decir, realmente no esperaba esa confesión y menos a tres días de que su hermanastra se iba a casar.

—Al principio, me regañaron, luego se enojaron y a la final, lo entendieron —

—¿Por qué lo hiciste? —artículo la morena.

—Ya no podía ocultar lo que siento por ti. Quiero a Cristian, pero no lo amo —

—¿Y por qué esperaste hasta ahora para decírmelo? —la enfrento.

—Por cobarde, por pretender que, si seguía con la boda, te olvidaría —dijo sin mirarla.

—¿Estás segura ...