1. Invitada en una boda


    Fecha: 13/01/2023, Categorías: Lesbianas Autor: sexgex, Fuente: TodoRelatos

    ... me apañaré a oscuras.
    
    El cuarto se componía de un lavabo grande con varios grifos y espejos y 2 cuartos con inodoros, que ocupamos Inés y yo y por fin conseguí aluviarme, que lo necesitaba mucho. Después de mear, salí y comencé a arreglarme en el lavabo, al rato salió Inés. Yo la veía por el espejo, pensaba que iba a arreglarse también pero se situó detrás mío y me agarró por los pechos.
    
    - ¿Pero qué crees que estás haciendo? - pregunté indignada.
    
    - Es que estás buenísima - respondió ella apretando mis pechos y tratando de besar mi cuello.
    
    - ¡Para, Inés! - le ordené yo - A mi esto no me gusta, soy una mujer casada.
    
    Pero mis súplicas no tenían ningún éxito, al contrario, parecían hacer que Inés lo intentara con más fuerza.
    
    - ¡Qué pares! - grité yo.
    
    Ella se no se detenía, al contrario, sus manos seguían recorriendo mi cuerpo y su boca mi cuello.
    
    - Mira, Inés o paras esto o voy a gritar y seguro que viene gente a ayudarme - sentencie yo.
    
    Aquello pareció tener efecto e Inés me soltó y pude volverme hacia ella.
    
    - Volvamos a la fiesta, tranquila que no le contaré a nadie lo que has intentado hacerme.
    
    - Volveremos cuando yo lo diga - sentenció ella - ¿Crees que con todo el jaleo que hay abajo alguien te va a oír? Y si te oyen y viene alguien lo que verán es a una salida madura que ha llevado a una inocente joven a un sitio apartado y oscuro para intentar aprovecharse de ella.
    
    - ¿Qué estás diciendo?, eso no es lo qué está pasando.
    
    - Pero yo contaré eso, ¿A quién crees que van a creer? ¿Qué va a pensar tu maridito?
    
    Inés pasó su dedo sobre mi labio y luego me beso, yo cerré mis labios y le volví a suplicar que se detuviera pero era inútil. No podía hacer nada, Inés tenía razón, si decía que era yo quien se quería aprovechar de ella, la mayoría de gente la iba a creer. Solo me quedaba intentar convencerla de que parase. Pero no había manera, aunque yo mantenía cerrados los labios, ella los pasaba una y otra vez por mi boca, me sujetaba fuerte por la cintura con una mano, con la que también acariciaba mi culo y con la otra hacía lo mismo con mis pechos y también la acercaba a mi sexo. Yo me sentía muy incómoda, quería escapar pero sin embargo no podía. De repente, tras unos intensos minutos, Inés detuvo aquel acoso, yo pensaba que, al no responder a sus intenciones, se había cansado pero estaba equivocada.
    
    - ¡Quítate ese vestido tan bonito o tendré que rasgarlo! - me ordenó ella.
    
    - No te atreverás a romperlo - la desafié yo.
    
    - Lo haré sin ningún problema - respondió ella besando otra vez mis labios y poniendo su mano sobre mi sexo.
    
    - Tranquila, que me lo quito, no quiero que lo rompas - me resigne yo.
    
    Y me quité el vestido, lo plegue como pude y lo dejé apartado sobre el lavabo. Así me quedé en ropa interior, unas minúsculas braguitas y un sujetador que resaltaba mis pechos, los 2 de color rosa. Inés pareció ponerse todavía más caliente al verme así, pese a la poca luz que había.
    
    - ¡Joder, así estás ...