1. Una tarde de Julio


    Fecha: 27/07/2019, Categorías: Hetero Autor: xicotaytantos, Fuente: TodoRelatos

    ... además me gusta lo que toco.
    
    Sus manos se dirigieron hacia sus pechos. Los masajeó con suavidad, acarició sus pezones sujetándolos dulcemente entre el dedo pulgar y el índice. Ella se inclinó sobre él y le pidió que se los acariciara con la lengua. El obedeció inmediatamente, e introdujo entre sus labios un pezón, masajeándolo suavemente alrededor con la punta de la lengua. Mientras tanto, ella alargó su mano hacia el cajón de la mesilla, cogiendo algo que a él le pasó desapercibido. Eran unas esposas... Con un movimiento rápido, mientras él estaba concentrado en lamer, besar y chupar sus pechos, le sujetó ambas muñecas con las esposas sujetando la cadena de éstas a un barrote del cabecero metálico.
    
    - Pero.... ¿qué haces?
    
    - Pues, devolverte la moneda de la última vez que nos vimos. ¿O es que acaso te has olvidado? ¿No te acuerdas que me ataste las muñecas con una cuerda y me vendaste los ojos con tu corbata?
    
    - Sí, perfectamente lo recuerdo...
    
    - Pues ahora me toca a mí divertirme con tu cuerpo... ¿O te crees que eres tú el único que sabe hacer estas cosas?
    
    - No te hacía yo capaz de algo así...
    
    - Soy una mujer; soy perfectamente capaz de hacer lo mismo que tú, y además mejorarlo. El otro día pasamos mi amiga y yo por delante de un sex-shop y entramos a curiosear. Vi las esposas, me acorde de nuestro último encuentro y las compré con la idea de vengarme, sin pensar en que iba a tener ocasión de hacerlo tan pronto. De todas formas, cállate de una vez y sigue con lo que estabas haciendo, que me vas a cortar el rollo.
    
    El obedeció y volvió a retomar su "conversación" con los pechos. Su lengua conseguía que pequeñas corrientes de placer recorrieran su cuerpo, y la humedad en su sexo estaba empezando a ser ya considerable. Ella empezó a ser consciente de que le tenía en sus manos; podía hacer con él lo que quisiera... y esa idea hacía que se excitara todavía un poco más. Se incorporó, y separó el pecho de su boca. Le desabrochó el cinturón, desabrochó los pantalones se los quitó. La breve tela de los calzoncillos dejaron claro que su erección era bastante llamativa.
    
    - Creo que así no vas a estar lo suficientemente cómodo. Lo mejor será que te quite también la ropa interior, ¿no te parece?
    
    - Estoy de acuerdo contigo; me parece bien. Además, yo no me los puedo quitar, con lo que... puedes hacer lo que quieras
    
    - ¿Puedo hacer lo que quiera? - Escuchar estas palabras de su boca, le dieron una idea.
    
    Recogió del suelo el pareo, lo cogió por dos puntas opuestas y le dio unas vueltas.
    
    - Ya que puedo hacer lo que quiera, creo que también te voy a vendar los ojos
    
    - Esto...
    
    - Nada, tranquilo, que me has dicho que puedo hacer lo que quiera... No te preocupes, sólo es un pañuelo; no muerde. Eso sí, si ves que te aprieto mucho avísame para que te lo afloje un poco.
    
    Colocó el pareo alrededor de su cabeza, tapándole los ojos. Los colores del pareo eran claros, por lo que dejaban pasar la luz, pero a pesar de eso no podía ver ...
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