1. Una historia de amor filial


    Fecha: 26/07/2019, Categorías: Incesto Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos

    ... los choques entre Daniel y su madre no se reprodujeron. Elena siguió sin hacer nada anormal dentro de lo que es la vida corriente de cualquier mujer casada. Pasaron madre e hijo unos días en la finca familiar, otra de las propiedades de D. Daniel el IIº heredada de su padre y éste del suyo, siguiendo así la secuencia hasta casi perderse en el tiempo; madre e hijo, pues el marido y padre respectivamente de ambos solo tomaba vacaciones veraniegas algunos días en Agosto, por lo que a la hacienda sólo acudía los fines de semana para pasarlos con ellos. Luego, en los días de Agosto que D. Daniel se tomaba, el trío se desplazaba a una de las playas de moda en el sur de España.
    
    Así el verano acabó y Daniel se volvió a Barcelona para iniciar su segundo año de carrera, con las hostilidades entre madre e hijo prácticamente olvidadas. Hasta la obsesión de Daniel por el cuerpo de su madre se había adormecido hasta el punto de que ese pensamiento no fluía ya a su mente, ni cuando la naturaleza demandaba imperiosamente sus derechos sexuales.
    
    Pasaron las épocas de la Navidad y Semana Santa de aquel segundo curso universitario de Daniel sin novedad digna de mención, manteniendo madre e hijo la relación propia de tal tipo de parentesco. Pero llegó el verano y con él la marcha de madre e hijo a la hacienda familiar.
    
    En el predio trabajaba un chaval, Santos; veinticuatro-veinticinco años, buena planta y broceado por el sol como suele suceder con quienes trabajan el campo con todo el torso desnudo la mayor parte del verano. Era simpático y servicial; como suele decirse “buena gente”. Cuando nosotros estábamos en la finca solía ocuparse de los caballos que usábamos durante nuestra estancia allí, los arreos y demás. De atrás la familia le trataba con bastante confianza y D. Daniel el IIº le apreciaba, lo mismo que Daniel, que desde sus diecisiete-dieciocho años, cuando empezó a beber vino y cerveza, compartía con él alguna cerveza que otra, sobre todo en días un tanto calurosos en los que de vez en cuando le invitaba a descansar unos minutos con la cerveza y el pitillo en la mano.
    
    A los pocos días de llegar, a poco de acabar de comer, Daniel invitó a su madre a cabalgar un poco por la hacienda pero Elena prefirió quedarse en la casa a descansar, pues estaba cansada. Daniel tomó las bridas del caballo que Santos le ofrecía y partió al trote hacia unos pinares que no lejos de la casa crecían. Pero el paseo no duró ni una hora, pues a los cuarenta-cincuenta minutos empezó a llover; una de las típicas tormentas veraniegas que en minutos se desatan sin previo aviso, sin que nada en el cielo lo prevenga. Regresó pues a la casa y llevó el caballo al establo. Santos no aparecía por parte alguna, por lo que Daniel tuvo que desembarazar al caballo de montura, bridas y demás, dejando el almohazarlo para que luego Santos lo hiciera. Salió del establo y se disponía a alcanzar la casa a la carrera cuando algo llamó su atención. Casi adosado al establo había una especie ...
«12...678...16»