1. Daniela


    Fecha: 22/07/2019, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... lo de mi polla es de mérito, no sólo por el largo y el grosor, sino por el mucho aguante y la facilidad para recuperarme que tengo, por lo que le puedo echar unos cuantos polvos seguidos a una mujer o sin descansar demasiado, cosa que a muchas sorprende y casi todas suelen agradecerme mucho.
    
    A media tarde, tras ducharme, Pilar se ha despedido de mí —se ha quedado en la cama, desnuda, adormilada, desmadejada, pero con media sonrisa y expresión de estar satisfecha por los tres polvos que hemos echado— dándome una suave caricia en mi mejilla:
    
    —
    
    Te llamaré de vez en cuando al número de teléfono que me has dado. Mi marido tiene guardia dos o tres veces al mes. Toma, sé discreto
    
    Me ha metido en el bolsillo de la chaqueta seis billetes de mil pesetas. Es una pasta. Estoy acostumbrado a que Dani me dé algo de dinero para mis gastos y algún billete de quinientas de vez en cuando, Amparo me da un billete de mil, además del dinero que me paga por trabajar los sábados, pero esto mola. En ningún momento me planteo si está bien o mal, yo no les he pedido nunca dinero por follar, si me lo dan es porque ellas quieren. Me gusta, es verdad, me encanta que me paguen por disfrutar con una mujer. Bueno, ahora ya, con varias.
    
    Mis dudas ante mi posible reacción —me aterra no tener una erección suficiente y que no se me ponga bien tiesa y dura— y comportamiento sexual con mujeres maduras, mayores, algunas con bastante diferencia de edad, las resolvió Daniela con un par de frases:
    
    —
    
    Eres un joven fuerte, sano, guapo, estás perfectamente dotado y preparado para este trabajo, ten confianza en ti mismo, te van a pagar bien y siempre podrás tener mujeres jóvenes, las que quieras, para poder follar por placer, por gusto, sin dinero. No te comas el coco, te va a ir bien, seguro, tu polla no va a fallarte
    
    La verdad es que así ha sido durante años.
    
    He llegado a la conclusión de que las mujeres en general —no sólo las que follan conmigo— tienen evidentes problemas para mantener las piernas cerradas, pero también la boca. Me parece perfecto, en realidad vivo gracias a ello, al menos en parte, y la publicidad del boca a boca es la que me da de comer. Matilde es una buena amiga de Pilar, quien le ha dado mi número de teléfono para que se ponga en contacto conmigo, lo que ha hecho a media mañana y hemos quedado a las seis de la tarde en un elegante piso cercano a Rosales. El portero, advertido, no me ha mirado ni tan siquiera, pero ganas me daban de entrar por la puerta de servicio ante un portal con tanto lujo de cristales, dorados, mármoles y plantas.
    
    Cuando me abre la puerta veo que Matilde es más o menos de la misma edad de Pilar, de estatura media, delgada, simpática y de agradable rostro. Me hace pasar hasta una salita en donde nos sentamos en un gran sofá. No deja de mirarme como si yo fuera el ratón que se va a comer el gato, y tras una mínima educada charla me dice sin más dilación:
    
    —
    
    Me gustas, Pili me ha dicho que tienes una buena ...
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