1. Clases de natación (parte 2)


    Fecha: 05/11/2022, Categorías: Fetichismo Gays Autor: Anonimo, Fuente: SexoSinTabues30

    ... cambio, se sentó a mi lado, apoyó el codo en mi hombro, me dirigió un par de bromas sin atacar a mi cuerpo ni a mi persona y, por último, se puso a estirar los brazos muy pegado a mí, disimulando. Yo sabía que lo hacía por enseñarme sus tersas axilas. Luego me lo dijo.
    
    —Déjame ver las tuyas —susurró en las duchas, pues, una vez más, terminé duchándome con él cuando los demás se marcharon.
    
    Levanté los dos brazos, llevándome las manos a la nuca, y posé para él, totalmente desnudo. Aquello debió de ser como una revelación para mi amigo. Al instante, su pene creció hasta apuntarme, y su rostro se puso colorado. No pudo evitar pegarse a mis axilas, olerlas como la primera vez y lamerlas, como si intentara enrollar su lengua en mi pelo. No era posible, no crecía tan largo.
    
    Fue una sensación viscosa y rara. Me hacía cosquillas y, al mismo tiempo, me daba un poco de asco, pero le dejé disfrutar de mi cuerpo. Tras ello, se puso recto ante mí, con la erección bien dura, y me pidió que hiciera lo mismo, enseñándome su axila. Me negué en redondo y me aparté, pero empezó a suplicarme.
    
    Señalé que sus axilas me daban asco, que eso era muy raro, y creo que intenté hacer una broma, insinuando que preferiría chuparle un pie. Fue lo primero que se me ocurrió; estaba allí, en las duchas, ante un chico, como mi madre me trajo al mundo, observando sus largas piernas y los dedos de sus pies desnudos. Él no se lo tomó a broma, pero afortunadamente, no llegó a proponerme nada parecido. En su lugar, me acarició la polla y empezó a masturbarse con tres dedos, hipnotizándome con el movimiento. Mi polla empezó a reaccionar y, cuando quise darme cuenta, había posado su otra mano sobre mi cabeza, hundiendo los dedos en mi cabello y empujando hacia abajo.
    
    Yo era bajito, y quizás sea la percepción alterada por el recuerdo, pero tenía la sensación de acercarme muchísimo a su miembro, de tenerlo prácticamente encima. No sé en qué momento planté las rodillas en el suelo. No era consciente de lo que hacía, tan solo de que su enorme polla estaba encima de mí y, poco a poco, se aproximaba a mi cara. Cuando su rosado glande se posó en mis labios, abrí la boca como había visto hacer a las mujeres en el porno y dejé que Héctor me introdujera la punta.
    
    Yo no tenía experiencia, no sabía cómo se hacía aquello, y probablemente no lo hacía bien. Pero él parecía disfrutar del juego de mi lengua y mis labios. No llegué a metérmela entera, ni siquiera la mitad. Eso debía de ser imposible, era muy grande, o eso pensaba al principio. La lamía, como si de un helado se tratase, y luego hacía algo parecido a lo que hacen los bebés con el chupete.
    
    Flotaba en una nube mientras lo hacía, pero no fue hasta que me agarró la cabeza y empezó a mover su cadera que empecé a sentir placer. Tuve una erección y empecé a masturbarme como loco mientras su polla entraba y salía de mi boca a gran velocidad.
    
    Sus movimientos se volvieron más bruscos, hasta provocarme una intensa arcada que ...