Relatos cortos 8-Simplemente, tú - Relatos Eróticos

Relatos cortos 8-Simplemente, tú

... realidad, tuvo que enfrentarse con la cruel realidad. Su amiga de repente comenzó a ser cortante con ella, ya no quedaban para charlar, ni para ver películas, todo se volvió incómodo. Un comportamiento que Astrid vio venir, pero se negaba a aceptar lo inevitable, ya que, en el fondo quería que todo volviera a la normalidad. De hecho, tanto era la tensión entre ambas que, Astrid decidió mudarse y hacer de cuenta que nada paso, pero el destino fue caprichoso y un día cualquiera le colocó a su adorada Sigrid en el camino.

—Hola —saludo tímidamente.

—Hola, Sigrid —respondió sin mostrar emoción.

—¿Creo que tenemos una conversación pendiente? —dijo la morena.

—No lo creo, tu indiferencia me dejó todo claro —la miró seria.

—Sé que no tuve mi mejor actitud, pero te extraño —hizo el intento de acercarse, pero la rubia la detuvo.

—¿Realmente qué deseas? —se hizo la fuerte.

No quería demostrarle que todo este tiempo, la había echado de menos y que daría cualquier cosa con tal de devolver el tiempo y evitar aquel encuentro intimo que tuvieron, porque desde ese día, todo cambio entre ellas.

—Quiero pedirte disculpas, porque no debí apartarte de esa manera. Simplemente, me dejé llevar por mis miedos —confesó.

—¿Miedos? —repitió la otra con cierta molestia.

—Sí, miedos—dijo sin mirarla—Me dejé llevar por los rumores que se crearon en nuestro círculo de amigos y no me importo dejar nuestra amistad a un lado. Simplemente, me deje influenciar —

—Veo que mi pasado hetero te abrumo —soltó de repente.

—Astrid, no fue eso, yo…—

—¿Nunca pensaste si lo que estabas haciendo estaba bien o mal? Porque no tienes idea de cuanto he sufrido por tu rechazo —sus ojos se cristalizaron.

Había hecho de todo para olvidar lo que sentía por su amiga e incluso estuvo saliendo con una chica para borrar las caricias y besos que Sigrid le brindo. Caricias que la habían hecho feliz, porque por primera vez en su vida, se sentía completa en todos los sentidos.

—No, y lo lamento —

—Pensé que me conocías, ¿Cómo pudiste creer todo lo que te decían?, ¿Por qué no me preguntaste? —la rubia estaba al punto del llanto.

—De verdad, lo lamento. Me hubiese deseado corresponderte del mismo modo —sus palabras parecían sinceras.

—Lo sé y respeto tu decisión, no puedo obligarte a que me ames—dejó la frase así hasta que reunió valor para confesar algo que llevaba guardado—Aunque me veas solo como amiga, quiero que sepas que yo te amo y no lo digo por tu aspecto físico, porque vaya que eres guapa. No, yo te amo por lo que eres, con tus defectos y virtudes —limpió una lágrima que salió sin permiso.

En ese instante, Astrid sintió como su corazón se desboronaba, porque en sus locas fantasías, se imaginó que podría tener una relación con su amiga. Se conocían al 90% y sabían todos los secretos, pero tristemente la suerte no estuvo de su lado o, mejor dicho, el amor no estuvo de su lado.

—Lo siento —fue lo único que pudo decir la morena.

—No te ...