1. Mi sobrinita Melody


    Fecha: 20/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Fantasías Eróticas Incesto Autor: ANON9, Fuente: SexoSinTabues30

    ... escuché la puerta de casa cerrarse, me fijé mejor en Melody, ella ya no me miraba. Estaba en el medio de la bañera, jugando con una botellita de plástico.
    
    Eran en estos momentos cuando la desventaja de entender y hablar de Melody me enloquecía, porque ella no sabía hablar, no sabía interpretar lo que le decías, solo algunas palabras. Y eso me ayuda en lo que le hago cada vez que la veo y nos quedamos solas. A ella no le gusta, a mí sí.
    
    Era muy arriesgado lo que iba a hacer, pero cuando escuche la puerta de casa abrirse, sabré que Lucia volvió. Tardaría en entrar al baño, primero iría a la habitación y dejaría la ropa. Así que tengo unos cuantos minutos, mi hermana es muy charlata, así que puede que se entretenga con la chica que le vende ropa. Perfecto.
    
    Me saqué la remerita que llevo puesta y después el corpiño. Quedando en tetas. Tengo unas tetas re grandes, me encanta. Melody seguía sin mirarme. Procedí a quitarme el short y la tanga rosa. Listo, estaba toda desnuda. Miré mi figura en el espejo grande que había. Mis tetas firmes, mi abdomen plano y mi culo grande y redondo. Que buena estoy a pesar de mis cuarenta años.
    
    —Melody movete —le ordené, no me miró pero ahora en vez de estar en el medio de la bañera, estaba en una punta. Me metí y senté al frente de ella, en la otra punta—. Mirame.
    
    No lo hizo, siguió jugando con la botella. Supongo no me entendió. Odio cuando no entiende, me enferma. Pero solo con algunas palabras.
    
    Melody tiene cuatro años, pero ella parece de menos, es muy chiquita, todo su cuerpo lo es. Tiene una carita tan hermosa que dan ganas de comerle la boca siempre. La bañera solo tenía un poco de agua, por lo cual a Melody le llegaba hasta la pancita y a mí no me cubría nada.
    
    Verle ahí, abierta de piernas, mostrando lo más tranquila su conchita chiquita y sin pelos, hicieron que suelte un grito de enojo. Me estaba calentando, y cuando me caliento, nadie quiere tenerme cerca. Me recosté en la bañera y abrí mis piernas a más no poder y me empecé a pajear mirando a mi sobrinita de cuatro años.
    
    Ella seguía sin mirarme, en cambio yo, me estaba frotando la concha con todos mis dedos. Me estaba haciendo daño, pero no me importó, me gusta el dolor. Seguí frotando mi clítoris y metiéndome la mano entera en mi concha. Aceleré mis dedos, haciendo mucho ruido, gimiendo, Melody no decía nada, estaba acostumbrada a esto cada vez que estábamos las dos solas.
    
    Estaba a mil y Melody no me prestaba atención. Seguía jugando. Me apoderó el enojo y dejé de pajearme. Me incorporé y le saqué la botella de una. Ahora sí me miró.
    
    Recorrió mi cuerpo. Miró mis tetas, que tenían los pezones re duros. Siguió por mi abdomen y después a mi concha. Se quedó ahí, mirando mi concha toda roja por el maltratado que estaba sufriendo hace unos segundos.
    
    —¿Te gusta, nena, te gusta la concha de la tía? —le pregunté exitada. Volvió a mirarme la cara. No respondió, solo se quedó quita y mirando. Ni me habrá entendido .
    
    —Mirá lo que ...