1. La madre de mi esposa, mi suegra. – Primera parte.


    Fecha: 20/07/2019, Categorías: Incesto Infidelidad Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... insinuante e invitante.
    
    Cuantas veces me he imaginado acariciando sus pechos voluptuosos, hundiéndome en su carne cálida y abundante, gozando de sus glúteos generosos, empujando mi pija en su coño haciéndola gritar de placer, y por qué no, también de dolor mientras follo su culo engurruñado y apretado.
    
    En las idas y venidas de la cocina para traer bocadillos, me la había encontrado de espalda y casualmente le hice sentir mi dura erección en sus pompis, ante ese contacto fortuito, ella no había dado señales de incomodidad o intolerancia. Pensé que era como una señal, una buena señal. Después de abrir los regalos mi mujer dijo que iría a dar de mamar a nuestro hijo y luego iría a la cama porque se sentía un poco cansada.
    
    Nos sentamos mi suegra y yo en la sala, ella admiraba un chal de fina alpaca que yo le había regalado, lo tenía sobre su regazo y acariciaba la sedosa tela, mi mujer ya se había ido y yo apagué la luz central y nos quedamos en penumbras, solo con las luces del árbol que titilaban con diferentes colores, me acerqué a donde estaba sentada ella y casualmente apoyé mi mano en su rodilla. No mostró ninguna reacción adversa, así que metí mi mano bajo el chal en contacto directo con sus piernas envueltas en medias negras, supuse que era otra buena señal alentadora, entonces con su voz de terciopelo me pregunto:
    
    —¿Desde cuándo que estás en ayunas? …
    
    —¿Qué? … ¿Cómo? …
    
    —Mira que yo soy mujer … el bebé tiene tres semanas, pienso que mi hija no te deja hacerle nada por la cuarentena … así que andas con esa cosa dura por todas partes … no creas que no me he dado cuenta …
    
    —¡Ah! … bueno … sí … Luisa no puede y entonces yo me ayudo solito para no molestarla …
    
    —¿Entonces, te pajeas? …
    
    —Sí … no lo puedo negar …
    
    —¿Y ahora qué haces? …
    
    —Cómo … ¿Qué, que hago? …
    
    —Bueno … me estás tocando las piernas …
    
    —Sí … perdona, pero es más fuerte que yo … y tus piernas son hermosísimas …
    
    Me sonríe enigmáticamente, pero en tanto empuja mi mano con su mano alejándola de sus muslos. Yo también sonrío, pero no me amilano y suavemente vuelvo a poner mis manos entres sus muslos y empiezo un lento movimiento hacia el centro de su feminidad. Ahora suspira, vuelve a mirarme con cierta impaciencia y una ligera molestia y me dice:
    
    —Quieres detenerte, por favor … mi hija está en la otra habitación …
    
    No sé de dónde, pero encuentro el valor de responderle.
    
    —Sí … lo sé que estoy siendo un poco imprudente … pero ¿Cuándo tendré una oportunidad mejor que esta? …
    
    Desaparece el ceño fruncido de su frente y me sonríe divertida, lanzando una furtiva mirada hacía el pasillo y al cuarto donde se encuentra mi esposa.
    
    —¡Que cosas que se te ocurren! … ¿Olvidas que soy tu suegra? …
    
    A estas alturas ya me había lanzado y le respondo confiado:
    
    —¡No! … para nada … pero me he estado reteniendo durante todos estos años … y ahora en la necesidad … que mejor que recurrir a la familia …
    
    A todo esto, las yemas de mis dedos habían ...
«1234...10»