1. La madre de mi esposa, mi suegra. – Primera parte.


    Fecha: 20/07/2019, Categorías: Incesto Infidelidad Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    Hola, soy Alberto, desde que conocí a Luisa, mi mujer, mi suegra me ha llamado la atención, realmente me he sentido atraído por ella. Su nombre es Magdalena, en ese tiempo ella tenía apenas cuarenta años, pero lucía estupenda, una mujer madura en toda su belleza y con unas enormes tetas, un culo amplio y con ese aire arrogante que tienen las mujeres con experiencia y que les gusta mostrar lo que tienen.
    
    Por su exuberancia y personalidad, me sentía un poco cohibido ante ella en esos tiempos cuando recién la estaba conociendo. La espiaba cada vez que podía, no podía dejar de admirar sus sinuosidades y voluptuosidad, ese cuerpo pleno y ese pecho majestuoso, sus piernas parecían columnas de mármol, me provocaba y estremecía tanto bien de Dios. Muchas veces mientras follaba a su hija, imaginaba que la tenía a ella bajo mi vientre con sus caderas anchas y esos muslos marmóreos ampliamente abiertos para mí, soñaba con poseerla y someterla y descargar hectolitros de esperma en su coño estrecho y caliente.
    
    Después de casarme con su hija, mis visitas a su casa se hicieron más frecuentes, la visitábamos con mi esposa prácticamente todas las semanas. Poco a poco fui ganando más confianza con ella, lo que me permitió expresarle mi admiración en más de una oportunidad y me di cuenta de que se sentía muy halagada de que un hombre joven la mirara y admirara, pero cada vez que intenté avanzar en la conquista a su mórbido castillo de piel, ella se encargaba de ponerme decentemente en mi lugar, dejándome en un estado de frustración y humillación de macho. Un día mientras la miraba caminar hacia mí, inconscientemente me agarré la pija para acomodar una incipiente erección, ella se percató de ello e inmediatamente me interpeló diciendo:
    
    —¡Alberto! … ¿Te parece eso un gesto elegante? … ¿A tu edad? …
    
    Por supuesto que con fingida vergüenza le pedí las disculpas del caso. Pero todo esto me hizo desarrollar una especie de rencor por mi orgullo herido. Mi pasión no era correspondida y más de una vez quise vengarme de ella. Me parecía que ella disfrutaba al verme enamoradizo y subyugado por su desbordada y opulenta belleza.
    
    No había forma de penetrar esa especie de coraza que la protegía y la hacía cada vez más fuerte ante mis ojos. Hasta la navidad del año pasado, nos habíamos reunido a cenar como siempre, mi esposa y mi hijo recién nacido en casa de ella. Durante la cena bebimos vino blanco, excepto mi esposa que debía dar de mamar a nuestro hijo, cenamos pescados y mariscos, luego brindamos con espumante y nos colocamos delante de la Tv a esperar la medianoche y abrir los regalos conversando de cosas fútiles y recuerdos de fiestas pasadas. Magdalena tiene ahora cuarenta y dos años, pero su belleza no decae ni siquiera un poco, cada año que pasa yo la encuentro más linda que el anterior. Ciertamente su cuerpo se hace más llenito y pesado, sus sinuosidades aumentan, es como la Diosa Juno, reina de los Dioses y de la fertilidad con ese cuerpo maternal, ...
«1234...10»