1. Las refugiadas - Olha y Natividad


    Fecha: 20/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... subs…
    
    —¿Subs?
    
    —Sí. Implantes subcutáneos. Además de los dos Príncipe Alberto en el prepucio, cada uno con un cierre en forma de estrella llena de pinchos llevaba cuatro filas de subs que dejaban verse como una semiesfera de un centímetro de diámetro cada una. Era como un puto dildo lleno de protuberancias, pero en carne. Y además enorme: más de treinta centímetros de largo y casi cinco de diámetro, sin los subs. Cuando lo vi colgando, que era más pequeño pero no demasiado, pensé cómo podría meterme eso en la boca, sobre todo por los Príncipe Alberto, para ponérsela tiesa. Pero no me hizo falta. Se la puso tiesa él mismo a base de golpearme. Guantazos en la cara, nalgadas, puñetazos en el abdomen y pubis, pellizcos y tirones en los pezones. Solo tenía quince años y menos tetas que ahora, pero ya estaba bastante desarrollada. Con todo el cuerpo dolorido hizo que me subiese a la cama, de pie, y me doblase, como en una reverencia pero con las manos en la nuca. Las tetas me colgaban hacia el suelo.
    
    »—Voy a usarte como un puching ball ¿Sabes lo que es? —Negué con la cabeza y me lo explicó—. Si aguantas hasta que yo decida solo te follaré y te daré por culo. Si no, entonces luego de darte por culo te la meteré hasta la garganta… hasta que te ahogues. Usaré una mordaza especial para que no puedas cerrar la boca. —Se giró y me mostró una especie de bocado de caballo pero que se abría—. Tu ama me cobrará un extra por ti, pero se deshará de tu cuerpo… eso claro si no aguantas, pero tú y yo preferimos que aguantes. Tú porque querrás vivir y yo porque si lo haces repetiré contigo en un mes o dos.
    
    »Me pegó puñetazos hasta que me dejó las tetas completamente moradas. Y por supuesto él quedó completamente empalmado. Entonces me hizo bajar de la cama y abrir las piernas alrededor de su cintura. Sujetándome de la espalda me la metió a fondo. Dolía. Terriblemente.
    
    »Sin embargo, me pasó algo raro. Hasta ese momento odiaba cuando me pegaban. Lo hacían… no sé cómo decirlo, como con odio, como para desahogarse. Este hombre no. Él lo hacía sistemáticamente, como si causar dolor fuese un fin en sí mismo. Y la verdad es que me empezó a calentar. Cuando dejó de golpear mis tetas estaba al borde del orgasmo y cuando me folló… Por mucho que con toda esa parafernalia y tamaño doliese un infierno y notase como la sangre salía de mi coño, me corrí como nunca.
    
    »Fue una corrida tan bestial que lo siguiente que recuerdo es él despertándome a guantazos en la cara. Y un gran cansancio.
    
    »—¿Estas bien? —me preguntó—. Te has desmayado. ¿Quieres que llame a Madam?
    
    »A mi ama los clientes la llamaban Madam. Yo miré alrededor, seguíamos solos. Me dolía, mucho, el coño y notaba la humedad de la sangre. Y estaba cansada pero tenía miedo… y quería saber si podía llegar a tener esa enorme sensación de antes.
    
    »—¿Hemos acabado? —pregunté.
    
    »—No. Falta que te dé por culo, pero te has desmayado si quieres…
    
    »—No. No la llames. —Me incorporé a duras penas y me puse de ...
«12...567...»