Las refugiadas - Olha y Natividad - Relatos Eróticos

Las refugiadas - Olha y Natividad

... necesitas. —Le quitó la toalla y la tiró al centro del baño—. Sígueme.

—Sí, Ama.

Olha se dirigió al balcón trasero. Solo se accedía a este a través de la habitación de Jitka o de la de Verónica, pero esta última no podían usarla porque estaban las niñas. Natividad se puso nerviosa cuando Olha pasó de la cama y abrió la puerta del balcón. Salió a este.

—Sígueme —insistió.

Verónica entró en ese momento en la habitación. Llevaba una neverita de camping y una bolsa de plástico.

—Espera —dijo—. Toma esto. —Le entregó ambas cosas—. Dáselo al ama y dile que yo vigilo a las niñas y cambiaré las cámaras de las madres si hace falta.

Natividad salió cargada con los trastos . Aprovechó estos y la estrechez del balcón para cubrirse las tetas y el sexo. La siguió hacia la derecha, hacia el piso vecino. El balcón acaba en una especie de puerta de hierro que estaba abierta. Entre ambos balcones una estructura de rejilla y una escalera metálica, también de rejilla, permitían subir hacia arriba. El tramo inferior estaba roto. Natividad subió descalza clavándose las tiras metálicas en la planta de los pies. Había caminado descalza por lugares peores. Miró hacia arriba, pensado como lo estaría haciendo Olha con los tacones. Este material tampoco era muy cómodo para ese tipo de calzado. Vio que solo estaba apoyando la punta de los pies… y también vio que bajo ese maravilloso vestido de fiesta su Ama no llevaba ropa interior. ¿Se la habría quitado para ella?

Cuando llegó al terrado Olha estaba sentada en un sofá de dos plazas, justo en el lateral que tenía al lado una mesita baja.

—Saca el contenido de la bolsa y déjalo en la mesa, la nevera la puedes dejar en el suelo al lado.

—Sí Ama.

Sin caer en la cuenta que con el movimiento que le pedía Olha eliminaba su cobertura dejó la nevera en el suelo y sacó de la bolsa vasos largos de plástico, una botella de vodka y una de ginebra. Terminó y se quedó de pie frente a Olha, algo en su interior le hacía dudar de sentarse a su lado. Olha movió la cabeza con aprobación.

—¿Qué quieres beber? —preguntó Olha.

—A vos, Ama. —Olha rio.

—Sí. No es mala idea. No he ido al baño en toda la realización y tengo ganas. ¿Serias capaz? —Natividad se encogió de hombros—. ¿Qué quiere decir eso?

—Nunca lo he hecho bien. Sí trago un poco, pero no soy capaz de tragar con la boca abierta…

—Bien, en ese caso… —Olha cogió dos vasos de tubo y se los entregó—, esos serán para ti y los otros dos para mí. —Se abrió de piernas y desplazó al sofá las láminas de la falda quedando con esta por la cintura. Se recostó un poco dejando su coño al borde del sofá—. Bien, procura cogerlo con los vasos. Que no caiga al suelo ni rebose del vaso. Arrodíllate, mejor, para hacerlo.

Natividad se arrodilló y se sentó sobre sus talones entre las piernas de Olha. Acercó uno de os vasos a su sexo.

—Lista ama.

Olha empezó a orinar. Cuando el vaso estaba casi lleno Natividad lo cambió por otro sin que cayesen más que unas ...