1. Aventuras y desventuras húmedas: Primera etapa (17)


    Fecha: 19/07/2019, Categorías: Incesto Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos

    ... una pequeña cantidad de reproche o decepción que el joven no supo descifrar.
    
    —Solo es un día, así te olvidas de nosotros un poco.
    
    —¿Te vistes y vamos, cariño? Ya tengo todo listo.
    
    Sergio asintió y después de dar dos besos a cada una de las mujeres, fue a la ducha. “Esos besos cada vez me resultan más raros…” pensó mientras subía las escaleras, ya que con su madre no tenía la costumbre y darle a su tía un simple beso en la mejilla… le sabía a poco.
    
    Terminó en la ducha saliendo fuera para secarse. Había tenido la intención de darse un poco de placer bajo el agua, pero prefirió que no. No tenía ganas de gastar sus fuerzas a lo tonto, podía reservarlas para algún momento con su tía, no perdía la esperanza de tener un rato a “solas”.
    
    En la puerta sonaron dos golpes y vio como la manilla se giraba, se tapó rápido por inercia con la toalla y observó que Carmen entraba en el baño.
    
    —Parece ser que hoy me dejas sola… Demonio… —la mujer entró con media sonrisa y un rostro malicioso.
    
    —¿Tía? ¿Qué haces…? —dijo Sergio alarmado porque su madre seguía en la misma casa y… despierta.
    
    —Tranquilo, cariño. Está fuera metiendo unas cosas en el coche, en teoría… también voy a la ducha. —Carmen se acercó a su sobrino y añadió— Me da pena que no estés aquí hoy, pero mejor, así descanso, ayer… fue demasiado… estoy algo irritada ahí abajo.
    
    —Lo siento…
    
    —No, no, ni se te ocurra sentirlo, valió la pena cada segundo —le dijo cortándole—. Es por la falta de hábito, nada más. Pásalo bien con tu madre, anímala y dale cariño como tu bien sabes.
    
    —Lo intentaré, la verdad tengo ganas de estar a solas con ella.
    
    —Vaya… —dijo mirando lo que escondía tras la toalla. Pasando sus manos por esta, el joven soltó la atadura y dejó que la mujer le dejara sin nada que taparse, descubriendo que tenía una parte erecta— ¿Y esto?
    
    —Tú culpa… te veo y…
    
    —Sí ¡eh! —se arrodilló delante del muchacho.
    
    Desde que se había puesto un pie en el suelo las ganas por estar con el joven opacaban las demás. A Carmen le dio pena pensar que lo mejor era no meter nada dentro de su molesto sexo, sin embargo… algo podía hacer. Sin ningún ápice de duda, agarró con fuerza el pene húmedo de su querido sobrino y abriendo la boca todo lo que pudo, sin pedir permiso, se lo introdujo en varias ocasiones.
    
    Trató de que todos los centímetros posibles le cupieran en la boca, topando con su garganta que le recomendó no seguir. El calor era demasiado, cada momento a solas de esos dos era puro fuego. Carmen sentía en su lengua cada grado centígrado de calor que se elevaba hasta alcanzar la temperatura del mismo infierno.
    
    No obstante lo recomendado era parar. De forma sensata saco de su interior el tremendo ariete de su sobrino y lo miró con detenimiento. Le había dejado un reguero de saliva, como si de su firma se tratase, “propiedad de Carmen, no tocar”.
    
    Se levantó con cierta lentitud, sus piernas no eran las mismas y tampoco lo serían durante todo el día, tuvo que apoyarse en el ...