1. Que no se entere tu madre


    Fecha: 18/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Ulpidio, Fuente: CuentoRelatos

    ... penetrara. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una paja y todo gracias a Andrea, mi nuevo objetivo para la cama.
    
    Desde esa noche empecé a ver a Andrea con otros ojos y a tratar de evitar situaciones embarazosas como quedarnos solos en la pileta o ver películas de Netflix en el mismo sofá como habíamos hecho infinidad de veces, con ella y su madre. Los domingos empecé a desayunar un poco más temprano porque solía bajar en corpiño y bombacha a buscarse un café para volver a la cama. Pero lo que yo pensé que era evitable se tornó inevitable.
    
    Ese sábado Andrea estaba feliz porque había aprobado Pediatría, que parecía iba a ser su especialidad, con un 10 y todos los honores. “Podemos ver una peli esta noche que hace un montón que no miramos”, nos dijo mientras cenábamos. Yo me iba a excusar, pero Stella me primerió: “vean ustedes si tienen ganas, yo me voy a dormir porque estoy destruida”.
    
    Mientras cenábamos también advertí que se había tomado una de esas pastillas para dormir que la planchaban y no la despertaba nada hasta el otro día. “Dale, no seas malo, veamos una peli para festejar la materia”, me imploró con voz de bebota y las manos juntas como cuando uno pide. Asentí con la cabeza y me fui a servir un whisky. Andrea subió hasta su cuarto y bajó con un pijama de esos que vienen con pantalón y saco. Me pareció que no tenía ropa corpiño y la tanga era un triángulo con una cinta diminuta que le dejaba mucho más paradito el culo. La pija se me hinchó al instante. Tuve que cruzar las piernas para que no se notara y le pegué otro sorbo al whisky para distenderme.
    
    Andrea se sentó al lado mío con las piernas cruzadas en posición de yoga. La rajita de su concha se marcaba en el pantalón de algodón del pijama y en su tanguita diminuta. Por sus piernas largas, sus muslos hacían contacto con los míos. Sentí un calor intenso en el lugar que sus piernas se cruzaban con las mías. Esta nena estaba hirviendo.
    
    “Me convidás un poco de whisky, nunca tomé y me gustaría probarlo”. Me dijo apoyándome sus tetitas en la espalda. Sus pezones estaban duros, los sentía a través de mi remera. Le serví un vaso con una buena medida de uno de los escoceses más ricos que tenía. Le puse dos hielos y le dije que intentara saborearlo. “Que no se entere tu madre”, le dije en broma. Y ella me respondió: “lo que pasa en el whisky queda en el whisky”, me dijo guiñándome un ojo.
    
    Con el correr de los tragos Andrea se fue aflojando. Me contó que había debutado en el viaje de egresados y que había tenido varias experiencias no tan positivas con los hombres. “Soy muy fea papi”, me preguntó poniendo los labios como para dar un beso y tuve que contenerme para no comerle esa boca carnosa.
    
    Le dije que no fuera tonta que ella sabía que era una mujer hermosa y que ya iba a encontrar el indicado. Mientras podía le iba sirviendo traguitos de whisky y yo tomando a la par. Me recosté en el sofá y ella se acostó con cabeza en mis muslos. Casi instintivamente empecé a ...
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