1. Hermanas


    Fecha: 18/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sucediendo. Nadie tenía porque enterarse, por primera vez en mucho tiempo me sentía libre para hacer lo que quisiera. Los ojos de mi marido estaban a más de trescientos kilométros de allí, lejos para juzgarme o reprimirme. La única que podía descubrirme era mi hermana, y ella tenía más que callar que yo, además estaba ocupada, traicionándome con nuestro amigo de la infancia, así que no la veía capaz de recriminarme nada moralmente. Eso suponiendo que no se alegrara de que le pusiera unos buenos cuernos “al muermo de su cuñado” como se refería a mi marido en su ausencia, aunque por el momento no sentía que un beso fueran cuernos. Simplemente un beso, una pequeña travesura.
    
    Mis pensamientos se interrumpieron a la vez que el beso. David se retiró para tomar aire y mirarme de nuevo a los ojos. Experto sabedor de mi pequeña batalla interna me concedió una tregua para aclarar mis sentimientos.
    
    No dijo nada pero
    
    lo podía leer en su mirada: “¿Seguimos?” preguntó sin mediar palabra ansioso por conocer mi respuesta.
    
    Reconozco que dudé por un momento, David supo llevar bien los tiempos y justo en el preciso instante en que en mi cabecita comenzaban a brotar remordimientos aproximó de nuevo sus labios a los míos. Esta vez fue algo más apasionado, casi violento, desesperado, su lengua exploraba inquieta cada rincón de mi boca. Me rodeó con sus brazos a la altura de mi cintura con tal ímpetu que tuve que apoyarme de espaldas contra la pared para no caer. Su cambio de actitud me excitó. Literalmente me estaba devorando y yo me sentía reconfortada por lograr despertar semejante pasión en un hombre, sobre todo tras pensar en innumerables ocasiones que “ya no estaba en el mercado” como decía mi amiga Marga. Aquello era un subidón a mi ego y autoestima, pensaba cosas del tipo “todavía soy atractiva” y “claro que puedo hacer lo que estoy haciendo, quiero y puedo sin que nadie me lo impida”.
    
    -Uhhmm- un gemido surgió de mi interior para ahogarse en su boca. Hubiera preferido no demostrar tan elocuentemente que me estaba gustando pero resultó inevitable. Al escuchar mi gemido David deslizó sus manos desde mi cintura hasta posarlas bien abiertas de par en par una en cada cachete de mis nalgas y presionar con fuerza a la vez ambos mofletes de mi culo.
    
    Mi cuerpo dio un respingo nada más sentir sus dedos clavados en mi piel. Para colmo el cuerpo de David se aproximó tanto al mío que por primera vez pude sentir su dureza. Mis ojos en blanco al comprobar que el tío estaba empalmado como un burro.
    
    No me lo podía creer, estaba fuera de mí, desatada, eufórica. Era la primera vez en veinte años que alguien me tocaba el culo de esa manera y que además podía apreciar la dureza de otro hombre que no era mi marido clavada entre mis piernas. Madre mía, que de sensaciones. Aquello era una locura. Alucinaba. Sabía que tarde o temprano debería detenerlo, pero por el momento solo quería dejarme llevar un poco más. Ese es mi problema, que siempre quiero un poco más, y ...
«12...101112...37»