Algo en el Aire - Relatos Eróticos

Algo en el Aire

... Esther, se repitió la misma situación, aunque esta vez en cuanto entré en la habitación me tumbé directamente a su lado y me puse a mirar la televisión, en esta ocasión las protagonistas de la película eran dos jóvenes que acudían a un elegante y caro restaurante y después de disfrutar de lo mejor de la carta, intentaban irse sin pagar.

Esta vez, Esther no había perdido ni un minuto en comenzar a masturbarme mientras ella hacia lo mismo, pero justo antes de que las dos jóvenes fuesen llevadas a la cocina seguramente para recibir sus primeras violaciones de esclavas, Esther agarró mi mano y sin decirme nada la llevó hasta su coño desnudo. Pronto comenzó a mover mis dedos sobre su coño húmedo, y por sus gemidos no debía estar haciéndolo mal aunque no tardó en decirme que metiese mis dedos en su coño y me la follase con ellos.

Diez minutos después, las cuatro jóvenes estallábamos en el orgasmo, las dos de la televisión en el primero de los muchos que iban a tener esa noche, ya que después de colocarlas los collares de esclavas, el personal del restaurante estaba organizándose para follárselas, y Esther y yo gracias a nuestras caricias mutuas.

Ayer la situación con Esther fue un paso más, mi compañera estaba esperando sentada en la cama con el vídeo en pausa, en cuanto entre en la habitación se levantó y agarrándome de la mano me tiró sobre la cama, comenzando a desnudarme, aunque en cuanto me tuvo desnuda se levantó y se puso de pies.

“Este vídeo yo ya le he visto;” me dijo Esther; “Voy a darme una ducha mientras lo ves, pero no te toques hasta que vuelva.”

Miré el vídeo, viendo como cinco alumnas de un instituto de Kansas eran llevadas ante el director y acusadas de hacer trampas, antes de que se den cuenta todas son desnudadas, reciben su collar y son encadenadas a las barras del gimnasio para que un grupo de empollones y el propio director se preparen para follárselas.

Justo cuando las cinco nuevas esclavas comenzaban a ser folladas, y yo estaba a punto de llevar mi mano a mi coño, Esther regresó a la habitación, con su cuerpo mojado tras la ducha, se acercó sonriente a la cama, aunque en vez de tumbarse a mi lado, se tumbó entre mis piernas.

“Nunca he hecho esto antes, espero que te guste;” me dijo Esther colocando su boca sobre mi coño.

Sentí un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo al notar la lengua de Esther lamiendo mi coño y entrando en él de inmediato, el placer es tan intenso que me sentí avergonzada e intenté evadirme mirando la televisión, aunque como es evidente, ver como cinco chicas son folladas por cualquiera de sus agujeros por el director y sus compañeros no ayudó.

No sé si tuve varios orgasmos o uno que se alargó eternamente, solo sé que cuando Esther me besó permitiéndome saborear mis propios jugos me sentía en el paraíso.

Hoy cuando vuelvo a la habitación después de las clases ya estoy tremendamente excitada esperando ver lo que me tiene preparado Esther, y me siento decepcionada al no encontrarla ...