1. Ella sabe todo de mi


    Fecha: 16/07/2019, Categorías: Masturbación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... yo era virgen porque no había encontrado una persona que me tentara al punto de involucrarme de esa manera. Yo, por el contrario, tenía bastantes detalles de ella, pero siempre aparecía de repente con una historia nueva que contarme, y nunca dejaba de sorprenderme.
    
    Al principio, pude sentir una química impresionante con ella, pero nunca creí que hubiera algo más allí. Aunque ella me hubiera contado sus aventuras con sus amigas y cómo en alguna que otra ocasión, y estando en alguna fiesta, medio ebria, se había comido la boca y algo más con ellas. A mí todo lo que ella me contaba me parecía de otro mundo, pero pronto eso cambiaría.
    
    A pesar de ser virgen, tuve mi despertar sexual durante la época en que conocí a Elia. Un día estaba sola en casa, muy aburrida, tendida desnuda en mi cama después de haberme dado un baño con agua caliente, y estaba recordando un pasaje un poco erótico del último libro que estaba leyendo.
    
    Yo siempre había sido curiosa con el tema del sexo. Me encantaba leer relatos que me pusieran un poco caliente cuando no podía dormir, lo que causaba sueños húmedos a la madrugada, y los gemidos de mujeres mientras estaban siendo penetradas me excitaban demasiado. Siempre me pregunté qué se sentiría estar con alguien de esa manera, sentir a alguien dentro de mí, porque, aunque había tenido algunos novios, nada había pasado de comerme la boca a besos con lengua de manera apasionada, o alguna que otra caricia en un lugar prohibido.
    
    Pensar en todo ello me provocó unas cosquillas extrañas en la parte baja de mi abdomen, y alguna vez había escuchado a mis compañeras del colegio hablar en el baño de cómo se bajaban el deseo y la calentura tocándose a sí mismas. Yo nunca lo había intentado, pero mis pensamientos me llevaron a pensar lo inimaginable, y luego de acariciar un poco mis pezones desnudos y notarlos duros debido al roce y al aire ligero, decidí experimentar en mi sexo.
    
    Bajé lentamente mi mano derecha y con delicadeza comencé a acariciar mi monte de Venus hasta que sentí que toda la sangre de mi cuerpo se concentraba en esa zona. Bajé un poco más y encontré mi clítoris, bastante hinchado y dispuesto. Con el dedo medio y anular empecé a frotar lentamente esa porción de universo que me fue concedido para darme placer.
    
    Al principio no sabía muy bien lo que hacía, pero de pronto me sentí bastante húmeda allí abajo, abrí más las piernas y comencé a arrastrar con mis dedos de atrás hacia adelante ese hermoso líquido que mi cuerpo producía para amarme a mí misma. Empecé a sentir un calor indescriptible en mi vagina, y con las piernas totalmente abiertas contraje los músculos porque nunca había sentido algo así. Sentí curiosidad de introducir un dedo, pero me dije a mi misma que era muy pronto, que sería después.
    
    Decidí volver a los movimientos con mi dedo índice y medio en el clítoris, y aunque eran movimientos circulares, esta vez comencé a moverlos con más velocidad e intensidad. Las cosquillas y las sensaciones de ...