1. Ella sabe todo de mi


    Fecha: 16/07/2019, Categorías: Masturbación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Parte 1.
    
    El relato que estoy escribiendo en este momento, está oculto ente mis más recónditos recuerdos, pero algo en mi lo sacó a flote y necesito contarlo de manera desenfrenada.
    
    Me llamo Leia, sí, como la princesa, y esto sucedió hace muchos años, cuando yo estaba en la universidad. Empecé a estudiar arquitectura, amaba mi carrera, y cuando estaba en segundo año, conocí a alguien que me cambió la vida.
    
    Esta chica misteriosa y supremamente interesante entró a mi vida sin previo aviso y puso el mundo de cabeza. Su nombre era Elia, y me hacía mucha gracia cómo hasta nuestros nombres parecían rimar. Estudiaba lo mismo que yo, e irremediablemente nos volvimos inseparables. Esta morena de cabello lacio y figura esbelta entró como un tornado a cambiar la forma como yo lo veía todo, incluso mi sexualidad.
    
    Elia y yo éramos polos opuestos; a ella le encantaba el frío, yo moría por el calor, ella madrugaba, yo prefería trasnochar, ella tenía una vida sexual activa y libre, y yo era virgen a mis 20 años. Ella había tenido mil aventuras y yo apenas lograba despertar mis sentidos. Para tener 22 años, había vivido el doble, y eso me llamaba la atención y me cautivaba en gran manera.
    
    Mi amiga no era una persona cariñosa, y no era de esas mujeres tan bonitas que te les quedas mirando en la calle. Pero ella en sí, por su aura misteriosa y sensual, cuando la conocías, solo hacía falta cruzar unas cuantas palabras con ella para quedar cautivado. No en vano, siempre tenía numerosos pretendientes, hombres y mujeres, y ella no tenía problema en pasar un buen rato. Le habían roto el corazón una vez, y eso solo la hizo dejar de creer en el amor, pero ser ferviente seguidora del sexo, entendiendo que sólo porque no sentía especial afecto hacia alguien no era impedimento para disfrutar todos los placeres que la carne ofrecía.
    
    Pronto nos hicimos inseparables, y con el tiempo podía escuchar rumores en los pasillos de la facultad, que preguntaban si había algo más que una amistad entre nosotras, o incluso, si éramos pareja. Mucha gente simplemente pensaba que ella se sentía atraída hacia mí, ya que yo no tenía cara para nada de ser de las que sentía cosas por las mujeres.
    
    Elia siempre fue un poco masculina a su modo, llevaba el cabello perfectamente lacio hasta los hombros, siempre vestía totalmente de negro, con camisas que resaltaban su pecho, y jeans negros ajustados que marcaban su esbelta figura, casi siempre con vans negros a juego. Yo, en cambio, era femenina de todas las maneras posibles; tenía el cabello ondulado hasta la mitad de la espalda, siempre vestía con tonalidades claras, amaba el color blanco en la ropa, me encantaba pintarme las uñas y solía usar faltas cortas y vestidos ajustados de flores que resaltaran mi cuerpo, bastante voluptuoso.
    
    Elia y yo compartíamos absolutamente todo, yo le conté mis cosas más temprano que tarde, mis gustos en música, películas, libros, e incluso mi vida amorosa y sentimental. Y por ende ella sabía que ...
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