Viaje de un jubilado (De vuelta en España) 28 - Relatos Eróticos

Viaje de un jubilado (De vuelta en España) 28

... la velocidad y otros datos. Me asusté, íbamos a más de trescientos por hora, nada más verlo sentí frío. Pero el frio era real, el aire acondicionado funcionaba a toda potencia como el tren aunque yo no tenía frío en el cuerpo.

Me di cuenta de que sobre mí tenía una manta azul, seguramente alguien me la había puesto. Todavía no estaba despierto del todo y recordé que debí dormirme en la estación, pero ahora iba a toda velocidad hacia casa.

Lo que también me percaté que además de la manta algo me daba calor a mi lado, abrí el otro ojo y me asombré al ver el cuello de una mujer, ¡estuve durmiendo apoyado en el hombro de una viejera!, salté avergonzado, la mujer se rió al ver la cara que puse.

En realidad la mujer era guapa aun sin maquillar, apenas llevaba los labios y los ojos un poco arreglados, pero sí que era ella, yo me puse nervioso, en cambio ella me dio confianza diciéndome que le gustaba pasar inadvertida, así que nos pusimos a hablar como si fuera una chica cualquiera.

Le conté el motivo de mi viaje urgente, ella me dijo que también iba a Valencia, a grabar un programa musical, me estuvo contando que la fama es muy molesta, que a veces viene bien y halaga mucho, por contra no podía salir de casa sin que alguien la reconociera y enseguida llegaran los fotógrafos y los micrófonos para preguntarle un montón de tonterías.

Me interesé por la vida de la televisión, ella con gusto me explicó lo diferente que es por dentro, me contó anécdotas de lo que ocurría detrás de las cámaras, de los cotilleos, de las malas relaciones disimuladas, de las tensiones cuando algo no salía bien y del continuo control de la vida privada.

Yo atendía embobado, pues la chica olía como los ángeles y era muy simpática, se notaba que estaba a gusto conversando conmigo. Hablando de todo se nos pasó el trayecto hasta Madrid en un pis pás, pero cuando llegamos a la estación ya la estaban esperando los periodistas con las cámaras y los focos.

Ella cambió de cara enseguida, se le notaba que no quería hablar con nadie y le pregunté si podía ayudarla, me dijo que saliera y los entretuviera un momento a ver si se cansaban.

Aparecí en la puerta del vagón preguntando si el recibimiento era para mí, todos se rieron de mí pero la chica tuvo tiempo a pasar de vagón a vagón y salir por el primero, adonde no había periodistas.

Éstos me preguntaron si había visto a la presentadora de moda, les dije que sí, pero que se había apeado en Córdoba, ellos protestaron, pues sus fuentes les informaron que venía en éste tren, al final se fueron yendo malhumorados, yo estaba contento pero triste, pues la chica se fue sin despedirse.

El tren que salía para Valencia todavía tardaría un poco en salir y preferí ir a comer algo, había salido del hotel en ayunas y ahora me acordaba. Iba a entrar en la Cantina cuando alguien me cogió del brazo y me dijo al oído.

No me volví siquiera, parecía que me hubiera detenido la policía secreta, por el cristal de un escaparate vi a ...