Pau y las prácticas en la Masía. Capítulo 7 - Relatos Eróticos

Pau y las prácticas en la Masía. Capítulo 7

El vestuario estaba prácticamente a oscuras. Solo, una luz alumbraba, tres taquillas que estaban abiertas. En frente, en tres duchas caía agua. Gerard, Eric y Ferran disfrutaban del agua caliente. No se habían dado cuenta que alguien había entrado. Protegido por la oscuridad, me quedé mirando.

Estaban hablando, pero ni les oía, sólo tenía ojos para contemplar aquellos cuerpos. La visión más clara era la de Ferrran, Gerard y Eric estaban de medio perfil. Al joven delantero le caía el agua por su cuerpo totalmente moreno. No me había equivocado al verle en la sala de masajes. Aunque estaba totalmente rasurado, aquel miembro era tirando a pequeño. Desde la distancia parecía bastante cabezón. El prepucio se recogía en la punta y tenía bastante piel. Lo que más me llamo la atención de la desnudez de Ferran, fue la perfección del resto de su cuerpo. Los oblicuos eran perfectos, los abdominales se le marcaban y el pecho estaba perfectamente definido.

Gerard estaba de perfil. Era el que más hablaba y se reía. No se me olvidaba aquel cuerpo. Grande, alto, musculado. Cuando se movía, para que el agua le cayera por todo el cuerpo, pude ver nuevamente aquel pollón. Colgaba flácido sobre los huevos. No me cansaba de mirarle. Como os imagináis, yo en ese momento, estaba totalmente empalmado.

Eric me daba la espalda. Sería más o menos de mi altura, 182 le calculaba. Lo que primero me llamó la atención fue observar aquel culo perfecto. A diferencia de sus compañeros, se apreciaba perfectamente las marcas del sol. Era perfecto. Redondeado, no tenía vello, no hacía falta tocarlo, para saber que estaba durísimo. Los muslos y gemelos eran más potentes que los de Ferran.

Si de espaldas era impresionante, de frente aún más. Me quedé impresionado de ese pecho. Era al que más se le marcaban los pectorales de los tres. Me imaginé sobándo esas tetas casi perfectas. Eric era, ese tipo de tios, que parecen muy normalitos, pero que cuando se desnudan, alucinas con el cuerpo. En esos pasos que díó hasta la taquilla, no pude dejar de fijarme en sus gentiles. Nunca pensé que dijera esto, pero hasta la polla era bonita. Muy proporcionada con el tamaño de su cuerpo, sería parecida a la mía. Más larga que gruesa y acababa en un glande rosado, estaba circuncidado.

Esa timidez de Eric, junto a ese cuerpo tan perfecto, me encantaron. No me atreví, pero me hubiera bajado el pantalón y hubiera empezado a tocarme ahí mismo. Escuché mi nombre. Aquello hizo que empezará a escuchar su conversación.

Aquello era para no creerlo. Yo espiaba a tres jugadores del barca, que primero, hablaban abiertamente de su sexualidad. Estaba claro los gustos de Eric y Gerard, tenía mis dudas de los de Ferran. El escuchar simplemente eso era una puta locura. Y segundo, tenían alguna especie de morbo o deseo conmigo. No podía ser real eso que estaba ocurriendo. Yo no me podía ni mover, mi rabo estaba totalmente tieso dentro del slip. Si la escena que estaba viendo era surrealista, lo que ...