1. La vendedora 2


    Fecha: 02/08/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Virjal, Fuente: TodoRelatos

    ... noche que la vi bajar por fin. Martita tenía el cabello revuelto, estaba pálida y caminaba tambaleándose, pero seguía viéndose bonita. Era de esas chicas con una belleza natural, óptima para cualquier situación. La vi caminar justo cuando un cliente se iba. Yo seguía contando los billetes.
    
    —Martita… —dije primero sintiéndome culpable, pero de inmediato quise recobrar el tono agradable— Has dormido todo el día. ¿Quieres comer algo? En el refrigerador hay pollo.
    
    Martita gruñó y se talló un ojo.
    
    —Sí quiero… Debo hacer tarea. Es mi último semestre de la prepa y luego podré hacer lo que quiera… ¿por qué me siento tan… adolorida?
    
    Tragué saliva. No quería decirle que un mafioso había abusado de ella mientras estaba hasta arriba de drogas, pero tampoco quería mentirle.
    
    —Martita…
    
    Se dejó caer en el sillón junto a mí. Seguía mareada, pero de alguna forma se le veía tranquila.
    
    —Debo dejar de hacer esto. He consumido demasiado ¿Cuánto tiempo llevo aquí? Mi papá ha de estar como loco. Es malo, pero es mi papá. Debo volver.
    
    No quise decirle que habían pasado cuatro días. En vez de eso, sentí el impulso de decirle que estaba mejor conmigo que con él. No era cierto. Ramiro lo había comprobado.
    
    Miré sus manos, pequeñas y delicadas. Me dieron ganas de tomárselas y besarlas, pero un pequeño puntito rojo en el antebrazo me hizo cambiar de parecer. ¿Ahora usaba inyectadas?
    
    —¿Qué edad tienes? —pregunté.
    
    —18 —respondió.
    
    Claro que lo sabía, pero nadie puede juzgarme por preguntar apenas. En aquel barrio, niños de once años roban piezas de autos para venderlas o ayudaban a distribuir sustancias ilícitas. La vida sexual de las chicas inicia temprano, dejando la primera vez de las más recatadas y frígidas hasta casi los dieciséis. Si ese mundo había alcanzado a Martita hasta los 18, era un milagro.
    
    —Puedes salirte de tu casa. Puedes ir a donde quieras —dije.
    
    —Lo sé, pero no tengo a dónde ir —Sonrió al verme abrir los brazos para indicarle que podía quedarse ahí— Debo terminar la escuela y mis cosas están en mi casa.
    
    Bajé los brazos y miré al suelo desanimada. Me tomó de la mano. Parecía como si fuera una persona totalmente distinta de aquella desesperada en busca de narcóticos. Cuando quería inhalar, se abalanzaba sobre mí y decía estar dispuesta a hacer cualquier cosa. Cuando toda la euforia bajaba, representaba perfectamente a una chica aplicada en la escuela y responsable con su vida.
    
    —¿Sabes? Hace dos años te vi por primera vez —Dijo de pronto—. Fuimos al mismo tiempo a comprar a la tienda de doña Cecilia y tú me dejaste pasar primero como si fueras un caballero. No sabía quién eras o por qué todo el mundo te trataba tan bien, pero me hiciste sentir bien. Ni siquiera sabía tu nombre y aun así quise hablar contigo.
    
    —Pero no hablamos sino hasta hace poco —respondí. Ella no llevaba mucho tiempo comprándome.
    
    —Fue porque me enteré de lo que vendías y yo dije “oh, wow. Está en otro mundo”. Yo nunca me había atrevido a ...
«1234...»