1. El regalo: Un antes y un después (Decimonovena parte)


    Fecha: 10/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... su explicación.
    
    —Y no se trata de estar cambiando de parejas solo por obtener ratos de sexo, para eso existen los clubes de intercambio. La atracción inicial que se convierte luego en amistad, en interés por el bienestar del otro y en general por la unión de las parejas. Compartir sus gustos o aficiones, las alegrías o los momentos de tristeza, para luego después de ayudar a solucionar, intimar sin herir ni lastimar. Ni quitarle protagonismo a tu relación principal. Es difícil, lo sé bien. Y no es seguro que salga todo a pedir de boca. Pero mientras tanto, negarse a disfrutar de esa posibilidad que surge cuando conoces a alguien más que te gusta y con la que te sientes muy afín, es el usual error que te conduce a la infidelidad, la tuya tesoro mío o la de Silvia, tu mujer. —¡Pufff! Suspiré pues en el fondo yo temía que a mí me sucediera con Paola en un principio y ahora compartiendo con la bella y elegante Martha. Y de mi esposa, pues… Yo seguía con mis dudas, mis temores de que a Silvia, le volviera a suceder.
    
    —Tengo algo muy en claro Almudena, le dije yo. —Y es que soy hombre de una sola mujer y no, no me refiero a tener sexo con otras más. No. Es que mi amor, siento que ya lo encontré y si, aquí donde me vez soy un buen amigo y me preocupa el bienestar de… Martha por ejemplo. O de Paola. Soy así que le vamos a hacer. Yo amo a mi esposa desde que la conocí. Fue amor a primera vista y no me cabe en la cabeza enamorarme de alguna más. —Las dos se quedaron en silencio algunos segundos.
    
    —¿Continuamos? —Habló Martha, batiendo el contenido de su frasco de cristal con una pala. Y eso me preocupo de nuevo.
    
    —Mira Rodrigo, es que falta un poco por aquí y otro tanto por acá. —Y de nuevo mi suplicio. Derramó gruesos goterones de cera caliente en los lugares indicados, alisándolos con la espátula. Y Almudena sin quedarse atrás, espolvoreó mas talco sobre mi pene y una parte del pubis que aun tenia restos de mis gruesos vellos, para a continuación, dejando de amasar aquella plastilina negra, frotármela por aquellas partes con firmeza.
    
    Después de tres gritos más por mi parte, carcajadas entre ellas dos, terminaron por humectar mi piel, la del pecho y la de mi verga.
    
    —Perfecto, esta noche tu mujer se llevará una bonita sorpresa al verte así, tan hermoso, tan suave. ¿No crees Almudena que se le ve más grande? —Dijo Martha refiriéndose a mi pene todo lampiño.
    
    —Parezco un bebe, un recién nacido. Mi mujer me va a matar cuando me vea. Les dije a las dos. —Si te mata me llamas para recoger los desperdicios. Jajaja! —Respondió muy elocuente y graciosa Almudena.
    
    —Bueno creo que debo irme ya. ¡Gracias por todo, sádica mujer! Y disculpa por los gritos y la humedad de la cama, que no son orines ¿Ok? Son mis lágrimas derramadas. Martha… ¿Me puedes acercar?
    
    …
    
    —¡Papiiii, papiii! Mis hijos llegaron como siempre a buscar a su padre, nada más abrir la puerta de nuestro piso. Y obviamente se tranzaron en una guerra de cosquillas, dos contra uno, y ...