1. Camila y Daniela


    Fecha: 15/07/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Mario Fernandez, Fuente: SexoSinTabues30

    Este mundo, es un lugar sumamente sorprendente y más aún, las cosas que suceden en él. Para el amor no hay edad, dice un popular adagio, pero lo que no se espera y resulta sorprendente es el tipo de amor, que surgió en esta historia. Es bastante obvio, que el lesbianismo no está bien visto por la sociedad y mucho menos, una relación de carácter lésbico, que ocupe a una niña preadolescente y a una mujer adulta; sin embargo, en ocasiones el deseo y el cariño triunfan y las relaciones más descabelladas para la mayoría, se convierten en una realidad.
    
    Camila, era una mujer de 28 años de edad, que residía en la ciudad de Bogotá, trabajando como ingeniera supervisora, en una obra de construcción al norte de la ciudad, pues era una ingeniera civil profesional. Siendo ya una adulta, vivía tal cual y había comprado un apartamento en un barrio de clase media. Ella vivía sola, puesto que sus padres estaban divorciados y cada uno, había hecho su vida, con una nueva pareja. Ella mantenía contacto con ellos, pero eran limitadas las ocasiones donde los veía. Tenía un hermano cuatro años menor, que había salido del país, para estudiar idiomas. Camila, aunque una mujer profesional y con una vida hecha, sufría del mal de la rutina y el aburrimiento que esta produce. Tenía amigos, había tenido algunos novios, pero realmente, nada la había hecho feliz, más allá, de uno u otro rato agradable. Sentía que le faltaba algo, pero no sabía que, siempre se decía a sí misma «lo tengo todo, soy una mujer profesional, independiente, con apartamento propio, con un sueldo alto y sobre todo joven, ¿qué me pasa? ¿por qué me siento incompleta, por qué me siento así?» No lo comprendía y eso, la amargaba aún más.
    
    Era un viernes a las 4 de la tarde, cuando Camila llegó de su lugar de trabajo al apartamento, para almorzar y descansar un rato, pues en la noche, había quedado de salir con una amiga a tomar algunos tragos en un reconocido bar de la ciudad. Ella podía darse ese lujo, pues el dinero no le faltaba en lo más mínimo. Viviendo en el quinto piso de su torre, tenía que hacer uso permanente del ascensor y verse con algunos vecinos. Al estar siempre tan ocupada, poco se había encargado de socializar y no tenía muchos conocidos en su propio edificio. Estando en el primer piso, pidió el ascensor, para subir hasta su apartamento. De pronto, este se abrió y a bordo, se encontraba una pequeña mujercita, una mezcla entre niña y adolescente. Camila subió al ascensor y noto que jamás había visto a esta niña, porque, aunque escasa su relación con los vecinos, recordaba vagamente la mayoría de rostros. Por hacer conversación y saciar su curiosidad, Camila le pregunto a esta desconocida niña, si era residente en el edificio: «hola, ¿cómo estás?…¿eres nueva?, no te había visto nunca» , la niña un poco sorprendida por la conversación inesperada le respondió de forma algo nerviosa y tímida «sí, soy nueva, ayer nos mudamos» – «ah, que bien – dice Camila- ¿a qué piso se pasaron?» » al quinto ...
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