Los secretos de Jota: Fraternidad táctica (XI) - Relatos Eróticos

Los secretos de Jota: Fraternidad táctica (XI)

... y a su hermano la cabeza.

Jota cerró la puerta con el pie mientras la sujetaba de la cintura. Le levantó un poco el vestido tras haberse percatado de que no llevaba ropa interior, y mientras con un brazola empujó suavemente contra la pared, con la otra mano recorrió su pierna hasta posar dos dedos sobre su labios vaginales. En ellos hundió un poco sus dedos percibiendo una delicada película húmeda síntoma del calentón que ella tenia. Un suspiro sexual terminó de confirmar su estado. Además, ambos pezones se le pusieron duros marcándose a través del vestido.

Jota, mordiéndose los labios y notando como su pollón se tornaba duro como si tuviera vida propia, retiró su mano de dentro del vestido y se llevo aquellos dedos a su boca. Los chupó de forma sexy mientras clavaba su potente mirada en los ojos lascivos de ella.

Ella se limitó a soltar un suspiro morboso, cogerle de la mano y conducirle a su habitación. Al pasar por el salón Jota miró a Cesar completamente nervioso haciendo que leía un libro de clase.

Jota pos u lado, se comunicó con él de forma mucho más directa y silenciosa. Soltó su mochila en el sillón sin apenas hacer ruido mientras era conducido por la sexy mano de Verónica, y le hizo un gesto a César para que estuviera atento al móvil. Al terminar, lo saludo:

A César, cómo no, eso se la puso muy dura y se llevó la mano al paquete para saciar ese segundo de excitación. Cuando ambos desaparecieron y esucó el sonido hueco de la puerta al cerrarse, cogió la mochila de Juan, se la acercó a la nariz como si fuera una prenda íntima y la olió. Olía a su colonia. Dentro solo estaban los ejercicios de macroeconomía que tenían que hacer para el siguiente día. Ni siquiera había metido el estuche o un triste bolígrafo. Nada más.

César cogió la mochila y se fue a su cuarto. La dejó sobre la cama y se tumbo a su lado. Realmente se quedó inmóvil casi durante 15 minutos rememorando una y otra vez, como si fuera a cámara lenta, la llegara de Juan. Tumbado sobre la cama, su polla se apretaba contra el slip, este contra el pantalón y este contra la colcha de la cama. Toda esa presión, más la imagen de aquel adonis, le producía un placer incontrolable.

Por su parte, Jota, antes de entrar y cerrar la habitación de Verónica ya estaba apuntando sus 21 cm a un lado de su pantalón.

Sujetó a Vero de la cintura y la dejo caer sobre la cama. Se quitó la gorra y la hecho a un lado.

Jota se lanzó a la cama y abriendo un poco de piernas a Vero, tanto como aquel vestido le dejaba, se puso encima y le bajó los tirantes mostrando sus abultados pechos. Apretó su cara entre ellos mientras los presionaba fuerte de las esquinas. Ella empezó a gemir.

Juan levantó la mirada. Justo lo que quería conseguir. Vero puso una cara de corderita y a él se le marcó un gesto de diablo en la suya.

Jota detuvo aquella frase colocando su dedo índice en los labios de ella.

Jota sonrió muy cachondo.

Ella se incorporó y le quitó la camisa mientras ...